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Sujeción a la voluntad de Dios

19 de Abril del 2015 | Jaime Escalante


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Rubén y Raquel era una pareja de recién casados que no podían tener hijos. Tuvieron un perrito que amaban, y este perrito fue creciendo. Fue entonces que Raquel recibió la noticia de que estaba embarazada. Una mañana mientras Rubén trabajaba en el patio y su esposa descansaba en la recámara, decidieron ver al bebé en su recámara. Vieron que el perro que tanto amaban salió de la recámara con el hocico lleno de sangre. Rubén golpeó al perro sin entrar en la recámara. Su esposa tuvo el valor de entrar y descubrió que había una serpiente dentro. Rubén de sintió culpable.

Muchas veres nosotros hacemos juicios sin conocimiento de causas. Santiago nos dice que la fe verdadera siempre va a producir cambios. Uno de esos cambios es dejar la práctica de la murmuración.

En el contexto Santiago habla de someterse a Dios (Stg 4:7). La práctica de una fe viva produce sujeción a la voluntad de Dios. Hay tres cosas que debemos de cambiar

I. Una sujeción a la voluntad escrita de Dios.

Lo que tenemos en las escrituras son la voluntad de Dios. Esto tiene que ver con la humildad, reconocer nuestra posición delante de Dios, quién es Él. “El que murmura del hermano”, no se espera que hablen mal entre miembros de la familia. Nos sentimos lastimados y dolidos. Murmura es hablar de una persona cuando no está presente. María y Aaron murmura contra Moisés y fueron castigados. Hoy estamos cubiertos con la gracia de Dios y no recibimos el castigo de nuestra murmuración. Sin embargo una fe viva no puede practicar estos pecados.

Lo murmuración no sólo es un ataque frontal contra una persona sino que también es una violación de la ley, la ley del amor (Rom 13:8; Stg 2:8-9). La virtud más excelente de una iglesia es el amarnos unos a otros. Murmurar es ponernos por encima de la ley (Mt 22:37-39). Si no somos hacedores entonces somos jueces. Mi papel no es el ser juez en el Reino de Dios porque el Señor es el juez. Nuestro papel es sujetarnos a la ley de Dios y sus mandamientos (Stg 4:12; Prv 15:11; He 7:25).

Cuando nosotros difamamos, buscamos mejorar la imagen de nosotros mismos. No debemos buscar una imagen por encima de los demás. Debemos mejor alabar la gracia, viendome reflejado en el hermano y reconociendo que yo soy peor.

II. Una sujeción a la voluntad soberana de Dios (Stg 4:13).

La persona humilde también es aquel que ha entendido su ignorancia acerca del mañana. Por más que estemos prevenidos, no sabemos lo que nos depara el futuro. Los oyentes de Santiago emitían críticas pero sus palabras también reflejaba altives. Estas personas presumían de escoger un tiempo (un año), un lugar (aquí, alla), escogen su empresa (traficaremos) y hablan con seguridad de su éxito (y ganaremos). No hay nada de malo en planear, sino en la actitud de confianza en esas cosas y no en el Dios soberano. Debemos vivir dependientes de Dios.

Santiago ahora quiere hacernos entender nuestras vidas con una ilustración (Stg 4:14). El tiempo de la neblina es breve, y nuestra vida es breve. No debemos afanarnos por el futuro. Sólo Dios sabe lo que sucederá al salir el día de hoy. (Stg 4:16)

Santiago 4:17 Nosotros sabemos hacer lo bueno. Estamos enterados y cuando no lo hacemos, es pecado. Tener una actitud pasiva ante lo bueno que Dios nos ha mandado a ser, también es pecado. Si una enfermera tiene que suministrar un medicamento a un paciente y no lo hace, y el paciente muere, esta enfermera es culpable. Y Dios es un juez justo. Quizás podemos pensar que no hemos pecado, descansamos en nuestra casa tranquilamente habiendo cumplido con algunos requisitos de nuestra religiosidad, sin embargo podemos estar pecando por omisión, pues Dios nos ha mandado a ir y predicar el evangelio. (Stg 2:15-17).

Los sentimientos son buenos, pero si ya vimos una necesidad entonces tenemos que hacer algo. Dios quiere que seamos gente de acción.


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