13 de Marzo del 2016 | Jaime Escalante
La mayor bendición era la presencia de Dios en la vida de Sem (Gén 9:26). Uno de los descendientes de Cam buscó su propio camino en lo que llegó a ser el imperio de Babilonia (10:8-9). Esta ciudad sería usada tiempo después para mostrar un contraste con el reino de Dios.
Nimrod es como el segundo Caín que se levanta en contra de la bendición de Dios. En vez de buscar la misericordia y gracia Dios, busca independizarse de él.
11:3 Decir «vamos» es una manera muy segura para establecer su propia ciudad y su propio nombre. El hombre busca su seguridad en sí mismo, pero también en una ciudad y una muralla. En la historia de Josué también encontramos ciudades amuralladas, pero que fueron destruidas por Dios.
El deseo del corazón del hombre es rechazar el Señorío de Dios (Hch 14:16). Pero el obrar de Dios no depende de las capacidades del hombre.
Babel no sólo significaba confianza para el hombre pero también la perversión. Josefo considera a Nimrod como padre del paganismo. Su principio básico es rechazar todo lo que no se ve y aferrarse a lo que es temporal. Por eso tratan de establecer una torre, porque su corazón está centrado en lo físico.
11:7 Con la misma avidez Dios toma consejo consigo mismo para derribar el consejo del hombre. Los pensamientos del hombre nunca pueden frustrar los planes de Dios. El Señor trae juicio al ser humano cuando intenta ponerse sobre Dios.
En hechos 2 encontramos a Dios trayendo lenguas no para poner confusión sino para llevar bendición a las naciones. El reino de Dios avanza a través de la bendición a las naciones. El pueblo de Dios tendría que ir a otras naciones a predicar el evangelio. Las naciones que se rebelaron en Génesis 11 han estado en el corazón de Dios.
Dios no quiere la confusión, aunque la uso para frustrar los planes de Nimrod y su reino. Pero el deseo de Dios nunca fue la confusión. Dios no quiere que vivamos confundido sino que entendamos la verdad del evangelio de
Dios.
Al final del capítulo once encontramos la genealogía de Sem y en el capítulo 12 vemos un contraste al imperio de Nimrod, pues Dios le promete a Abraham ser una nación grande (Gn 12:1-2). Nimrod intentó engrandecer su nombre, pero Dios es el que iba a engrandecer el nombre de Abraham. Abraham no necesitaba un imperio sino la promesa de la bendición de Dios. Las naciones que se apartaron serían benditas en Abraham.
Gn 49:10 los pueblos se congregarían delante de el Señor. Nimrod intentó congregar a las naciones pero este propósito será cumplido en Cristo, cuando un día toda rodilla se doblará delante de Él.
Es por eso que debemos confiar en la justicia y la gracia de Dios, y dejar de confiar en nosotros mismos.
Aplicaciones:
– No confiemos en la gloria de este mundo, un día todo imperio y dominio va a perecer. No pongamos nuestra confianza en estas cosas..
– Rechacemos toda gloria personal y humana, buscando establecer nuestro propio imperio. Jesús rechazo aún cuando el diablo le ofreció todos los reinos del mundo. Él es nuestro más grande ejemplo.
Salmo 115:1
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