Para ser salvo necesitamos el poder de Dios que me da su justicia, porque mi justicia es imperfecta; Pero Cristo vivió la vida perfecta que el Padre demanda.
Sabemos que el propósito principal del evangelio aún antes de la salvación es la gloria de Dios. Pero cuando hemos conocido el evangelio Dios también espera resultados.
Ante una situación como la que estamos enfrentando, es muy fácil perder la fe. Pero es justo en esos momentos donde debemos volver a Dios y recordar quién es él.
El Señor Jesús cumplió la promesa del consolador, enviando a su Espíritu que está con nosotros en la lucha espiritual. Dios nos ha provisto su Espíritu para hacer lo que no podemos lograr en nuestras propias fuerzas.