¿Cómo podemos vivir en santidad cuando todo parece ir en nuestra contra? El mundo, satanás y sobre todo nuestra propia naturaleza caída.
Muchas veces nos enfocamos en cambiar la conducta, tratando esforzadamente de refrenar acciones pecaminosas que hemos identificado en nuestra propia vida. Para esto nos establecemos una serie de reglas, cosas que debemos y no debemos hacer, pensando que así podremos al fin acabar con nuestro pecado.
Aunque la motivación es correcta, el proceso es inadecuado. Comenzamos en el lugar equivocado cuando pensamos que el problema principal del pecado es la conducta. Pero estamos pensando al revés, pues la verdadera transformación comienza de adentro hacia afuera, no de afuera hacia adentro. También este proceso está basado en la autoconfianza y el esfuerzo personal más que en la gracia de Dios. Este método pone su confianza en el lugar equivocado.
Pedro nos enseña el proceso adecuado en la transformación a una vida de santidad que agrada al Señor
1. Mente.
Pedro comienza hablando sobre ceñir los lomos de nuestro entendimiento. Esto hace alusión a la manera en la que se ajustaban los mantos en la antigüedad para realizar alguna acción específica como correr, trabajar, escalar, etc. Esto hace referencia a afirmar nuestro entendimiento y pensamientos, es decir, asegurar la verdad en nuestra mente.
Para vivir en santidad primeramente debo pensar lo que es correcto acerca de Dios, Cristo y su Palabra. Algo como lo que Pablo menciona en Filipenses 4:8. Pensemos un poco en lo que Pedro ha dicho anteriormente: Hemos sido elegidos en santificación para obedecer a Jesucristo y ser cubierto por su sangre (1 Pe 1:2); Hemos renacido juntamente con Cristo para una esperanza viva y una herencia perfecta (1 Pe 1:3); Somos protegidos por el poder de Dios mediante la fe para alcanzar la obra final de salvación (1 Pe 1:5); Tenemos un gozo y amor en Cristo a pesar de las pruebas (1 Pe 1:6-12).
Es por eso que el versículo 13 comienza diciendo «por tanto», o sea piensa en estas cosas, afirma la verdad de Cristo y su obra. ¿Cuál es la razón para hacerlo? Para que nuestra confianza esté en la gracia que está en Cristo y no en nuestras fuerzas (1 Pe 13b). La vida en santidad viene de afirmar la esperanza que Cristo ha ganado para nosotros (victoria sobre el pecado) y que será completada en su venida (Victoria total y final sobre el pecado).
2. Corazón
Existe una relación directa entre lo que pensamos y lo que sentimos. Piense en los jóvenes enamorados, quienes pasan la mayor parte del tiempo pensando en la persona amada y de repente comienzan a suspirar por él/ella. El corazón es el centro del ser del hombre. Cuando Pedro habla de los deseos que teníamos estando en nuestra ignorancia, habla de nuestra condición sin Cristo. Estando sin Cristo, vivíamos sujetos a los deseos de este mundo, conformándonos a sus valores y principios. Sin embargo Pedro exhorta a su audiencia a no volver nuevamente a conformarse a esos deseos.
Un drogadicto sabe que las drogas lo pueden matar, pero él ama hacerlo. Un padre de familia puede tener una amante, sabe que tarde o temprano se descubrirá su relación ilícita, perdiendo su matrimonio e hijos, pero anda aún con otra mujer porque ama sentirse bien y a la otra mujer.
Pablo también animaba a los Corintios a no conformarse a este siglo (Ro 12:2), Juan explica que los deseos de la carne es algo que distingue la manera de pensar del mundo (1 Jn 2:16), sin embargo «el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2:17).
Los deseos del corazón no hablan de las cosas que amamos, o de aquello que es nuestra pasión. Cuando hemos perdido nuestro gozo y pasión por Cristo y su Palabra, no es de extrañar que se encuentre luchando con el pecado, el desánimo y la apatía espiritual. Necesitamos analizar aquello en lo que estamos pensando. Cuando Cristo y el evangelio sea el centro de nuestros pensamientos, eso va a convertirse en la pasión de nuestro corazón.
3. Acciones
Los pensamientos influirán en nuestros afectos, y los afectos de nuestro corazón determinarán nuestras acciones. Volviendo a la ilustración de los enamorados, quizá usted mismo ha sido testigo de las locuras que alguien puede hacer en nombre del amor, como viajar al otro lado de la ciudad, comprar un oso gigante, llevar flores y mariachi, etc. ¿Por qué? Porque ella/él es su pasión. Para algunos será otra cosa como el trabajo, el dinero, los deportes, entre otros.
La realidad es que lo que amas cambiará la manera en la que vives. Pedro ahora nos anima a pensar nuevamente en aquel que es santo y nos dice: «sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir» (1 Pe 1:15). Una vida santa es el resultado de pensar en Dios y amar a Dios. Pedro termina diciendo «Porque escrito está…», esto nos habla de la relación directa entre pensar y amar a Dios, con pensar y amar su Palabra. Es ahí donde encuentro su voluntad: «Sed santos, porque yo soy santo» (1 Pe 1:16).
Así que una vida santa viene de cultivar tres cosas: mente, corazón y acciones.