1. El aspecto de su carácter.
Santo es «jaios» en el original, y significa apartado o separado de lo común, es algo separado para una obra especial. Un santo es alguien que ha sido separado para Dios con un propósito especial. Nosotros creemos que hay santos pero no por una canonización sino por la cualidad de carácter. Cada creyente debe ser considerado un santo. Cuando pensamos en la palabra santo, nos imaginamos una figura. ¿Cómo son esas imágenes? Personas con una ropa extraña, con un rostro en extasis. Sin embargo no estamos hablando de un aspecto físico.
Un santo no sólo está apartado del pecado sino que también está unido a Cristo. No sólo alguien con conocimiento sino con una relación conectada a Cristo (Gal 2:20). Cuando hablamos de carácter nos referimos a estándares de comportamiento. Un creyente que anda en santidad es determinante. Disfruta a plenitud la relación con su dulce Salvador.
Un santo es determinante con las cosas espirituales, pero también es selectivo con aquellas cosas que piensa y dice (Ef5:3).
2. La adoración de su corazón (Fil 4:20)
Al final de la carta Pablo expresa su intención, darle la gloria a Dios. Los santos no son personas que son adornadas sino personas que adoran. Juan 4 nos dice que los verdaderos adoradores adoran en espíritu y en verdad. La adoración caracteriza a los que son redimido en Cristo Jesús. La adoración es el propósito de la redención.
La adoración es más que representaciones visuales sino que es un asunto del corazón. No se puede adorar al Dios verdadero en ignorancia. El problema del ser humano no es que no quiera adorar, si problema es la idolatría. La idolatría no es adorar dioses falso sino tener pensamientos falsos sobre Dios.
Cuando el pueblo de Israel fue liberado de la esclavitud egipcia ellos pidieron a Aaron que les construya un becerro de oro. La indignación de Dios es porque no hay objeto que se iguale a todo el poderío y majestad del Señor. En nuestros días el problema es que el hombre a convertido la adoración en idolatría. También hay otros que quieren adorar a Dios a su manera. Pero no debe ser así en el verdadero creyente.
La gratitud y el amor son elementos que nos animan a adorarle.
¿Cómo estamos adorando? ¿En dónde estamos poniendo nuestro deposito y esperanza?
3. La atención de su redentor (Fil 4:23).
Pablo concluye esta carta con mucho contenido doctrinal. Pero un tema con el que Pablo comienza y finaliza su carta es hablando de la gracia de Dios. Un santo es un hombre y una mujer que vive en la gracia de Dios, y esto es lo que más necesitamos los creyentes. Los creyentes reciben la gracia sustentados de Dios por medio de Cristo.
El hombre vive en tinieblas hacia una auto destrucción y destruyen a muchos otros a su paso. Pero ver la luz y buscar el arrepentimiento es la intervención de la gracia de Dios. Si hemos llegado a un lugar es solamente por su gracia. Si hemos sido salvados es por gracia.
El carácter, la comunión el gozo y la riqueza de los santos está en Cristo Jesús.