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Dominio propio, paciencia, piedad

15 de Febrero del 2015 | Iván Bernal


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Los lectores de la carta de Pedro era un grupo joven en cuanto a la fe. A diferencia de la trayectoria de Pedro como seguidor de Jesús, él tiene ventajas con su experiencia y edad. No minimiza a sus lectores por la falta de conocimiento sino que los identifica como «…los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (‭2 Pedro‬ ‭1‬:‭1‬).
Pedro escribe para refutar algunas ideas del gnosticismo, quienes minimizando lo material y exaltada lo espiritual.

Hay tres cosas en cuanto a la fe.

1. El origen de la fe: es producida por Dios. Tiene su origen en Dios y es Dios mismo el que la produce. Cuando hablamos de «fe» es nuestra creencia de lo que es Dios. La creencia de Dios es unificada. Tiene la misma potencialidad, es una fe igual que los grandes hombres de Dios.

2. La producción de la fe. Llega a la madurez. Esta no es una cuestión de años, o una trayectoria larga de fe. Creyentes en pocos años tienen más virtudes que otros de muchos años (1 Ped 1:3). «Nos han sido dadas…», tenemos todo lo necesario para una vida piadosa (1 Ped 1:4). Ahora podemos participar de una nueva naturaleza. No un hombre natural, sino alguien que ha nacido de nuevo. Por la fe, nuestros sentidos están despiertos y podemos disfrutar de las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad.

La producción de la fe, es lo que vemos en los versículos 5 en adelante. La fe no consiste sólo en creer, sino dejar que Dios haga una obra en el corazón.

Dominio propio

Veíamos la semana pasada que la virtud se refiere a la excelencia, y la excelencia es producida por el Espíritu Santo. Y a esta virtud hay que añadir conocimiento, y al conocimiento el dominio propio. El dominio propio es la práctica de lo que conocemos. Cuando va al doctor, él le dará un medicamento y la manera de tomarlo. Sin embargo cuando sale de la consulta es cuando se ve si seguirá la receta o no.

El dominio propio o la disciplina también es por gracia. Esta virtud puede ser alcanzada por un creyente dominado por el conocimiento de Dios, y que permite al Espíritu Santo el hacer la obra. Es abstenerse de los deseos propios para dar lugar a los deseos de Dios. No se limita a la actividad sexual sino a todas las áreas de la vida. Abarca nuestros pensamientos, palabras, e incluso a la vestimenta.

Paciencia

Nos ayuda a tener un dominio propio prolongado. Esta es una virtud que también viene de Dios. El dominio propio y la paciencia nos perfilan a parecernos más al Señor Jesucristo. Al ser acusado y herido, el Señor Jesús mantuvo la paciencia por la esperanza de saber que se estaba cumpliendo la palabra de Dios.

Piedad

Es la práctica real de la santidad. Es viva u activa, es una vida que practica la santidad y que agrada a Dios. Elige lo correcto y busca siempre agradar a Dios.

3. La meta de la fe. Somos dotados para ir siendo conformados a la imagen de Cristo.


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