De las primeras historias encontramos una que es muy pequeña y quizás llama muy poco la atención. Es la historia de uno de los doce discípulos llamado Matías. La realidad es que este es el único lugar donde aparece su nombre. No leemos sobre grandes azañas o milagros realizados. No hay un libro o una carta escrita con su nombre, o la referencia a una de sus frases célebres. Él simplemente fue el apóstol que sustituyó a Judas.
Estamos frente al tipo de historia que no llaman mucho la atención pero de la que podemos tomar varios principios que nos ayudan a entender más sobre la vida cristiana.
1. Fue un seguidor fiel.
Para poder definir quién sería un apóstol o no, debían pasar un examen muy riguroso. Los calificativos para un apóstol no están vigentes hoy en día, pues leemos que debían haber estado con el Señor Jesús (Hch 1:21), debía ser testigo de su bautismo y debía haber presenciado la resurrección (Hch 1:22). Quizás había muchos otros seguidores que cumplían estos requisitos, sin embargo, en la sabiduría que Dios les dio a los apóstoles, estos señalaron a dos: a José llamado el Justo y a Matías (Hch 1:23).
Esto nos enseña que Matías era un seguidor fiel. Recordamos que después de haber pronunciado algunas palabras fuertes, muchos de los llamados «discípulos» le dejaron y se volvieron atrás (Jn 6:66). Sin embargo Matías se había mantenido fiel a lo largo del ministerio del Señor, al punto que tuvo la oportunidad de ver al Cristo resucitado (1 Cor 15:5-7).
Muchas de las bendiciones que podamos ver en nuestra vida espiritual, vendrán de ser seguidores fieles de Jesús. Tomar nuestra Cruz aún cuando esto implique pasar por el Valle de sombra de muerte. Al final podremos contemplar la gloria del Cristo viviente.
2. Dios le escogió.
Después de haber reducido las opciones, los apóstoles siguieron el ejemplo de su maestro tomando un tiempo de oración antes de tomar una decisión (Lc 6:12-13). Dentro de esta oración encontramos la esperanza y la confianza de los apóstoles (Hch 1:24). Ellos dijeron: «Muestra cuál de estos dos has escogido». Su decisión estaba completamente en la soberanía de Dios. No en la suerte que se echaría ni en los prospectos que habían elegido.
Dios ya había hecho la elección. Ellos confiaban en la dirección soberana y providencial de Dios, y pedían que el Señor les mostrará a aquel que Dios tenía en sus planes desde antes de la fundación del mundo (Ef 1:4).
Si usted es un verdadero hijo de Dios, Dios le ha escogido también a usted para compartir su gloria. Tenemos un privilegio que no puede compararse, el privilegio de ser escogidos Hijos de Dios.
3. Tiene un lugar privilegiado.
El versículo 26 nos dice que fue contado entre los doce apóstoles (Hch 1:26). Quizá esta frase no llama nuestra atención, incluso cuando pensamos en los doce apóstoles no pensamos en Matías. Tal vez porque no vuelve a aparecer su nombre en la Biblia. Sin embargo el hecho de haber sido contado entre los doce es de gran trascendencia no sólo en el libro de los hechos sino en la eternidad.
En Mateo 19:28 nos habla de un momento especial cuando Jesús se siente en el trono de su gloria. Cuando el rey de gloria triunfante se levante victorioso sobre todos sus enemigos ¿puede imaginarse un momento más glorioso? Cuando todos en el cielo canten a una voz «¡Digno es el cordero!». En ese momento también los doce apóstoles se sentarán en doce tronos a lado del rey del universo.
Y Matías también estará ahí. Y un día usted y yo tendremos también el privilegio y la bendición de estar en la presencia de ese rey. Es un acceso a todos aquellos que se arrepienten y creen en el evangelio.
Quizás usted se siente como Matías. Un desconocido, otro más en el grupo, alguien que no sobresale o destaca por sus logros. Sin embargo recuerde esto, debemos ser fieles porque Dios nos ha escogido para tener un lugar privilegiado en su presencia para siempre. Sí, para siempre.