20 de Marzo del 2016 | Ernesto Mendoza
Vivímos en un mundo obsesionado con la superación personal, con el éxito y el elevar la auto estima, el arrepentirse es algo a evitar. Es que es una señal de inseguridad y debilidad, y por eso, aun nosotros como creyentes podemos admitir errores y faltas pero no estar verdaderamente arrepentidos. Nos refugiamos en el hecho de que todo el mundo lo hace.
El arrepentimiento es esencial en la predicación del evangelio (PREDICACIÓN de Juan, Jesús, Pedro, Pablo) (Lc 13:3) y conocemos las promesas de las bendiciones espirituales de aquel que se arrepiente de sus pecados y se vuelve a Dios (Hch 3:19). Entendemos que el llamado de la Biblia es a vivir una vida de arrepentimiento. Sin embargo hemos reducido el arrepentimiento a simples sentimientos de culpa y confesiones que no vienen de un corazón que no ha sido quebrantado por Dios.
El arrepentimiento es más que confesión, y mucho más que lamentar o sentirse culpable. EL ARREPENTIMIENTO ES UNA OBRA DE DIOS
El arrepentimiento es una obra de Dios. Al igual que la fe (Heb. 12:16-17).
– A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. (Hch 5:31)
– Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! (Hch 11:18)
– Que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad (2Ti 2:25)
I. EL ARREPENTIMIENTO ES UNA OBRA DE DIOS ACOMPAÑADA DE TRISTEZA
«Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar». (Isa 55:6-7)
«Metanoia» significa cambio de mente, pero no sólo es un acto mental, implica todo nuestros ser. Un cambio de mente, de voluntad, de vida, total.
En el sentido en el que Jesús usaba la palabra arrepentimiento se refiere a un repudio de la vieja forma de vida y una busqueda desesperada de la salvación en Dios. Judas aunque parecía arrepentido corrió a ahorcarse.
Y ese cambio está motivado por una tristeza profunda en nuestro ser.
«Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte». (2Co 7:9-10)
Wayne Grudem—La simple tristeza por nuestras acciones, o aun el remordimiento profundo por nuestras acciones, no constituye un arrepentimiento genuino a menos que vaya acompañado por una decisión sincera de olvidarse del pecado que se ha estado cometiendo contra Dios. Una tristeza mundana puede involucrar gran dolor por las acciones cometidas y probablemente también temor por el castigo, pero no una renuncia genuina por el pecado ni un propósito firme de olvidarse de él en la vida.
La tristeza que el mundo produce es una tristeza por miedo a las consecuencias que tu pecado puede producir en tu vida. La tristeza que produce el arrepentimiento es una tristeza por lo que tu pecado representa para Dios: una ofensa a Su santidad y un acto de rebelión contra Su voluntad.
II. EL ARREPENTIMIENTO ES UNA OBRA DE DIOS ACOMPAÑADA DE FRUTOS
Muchas veces podemos enfatizar tanto que la justicia es sólo por la fe que olvidamos que la «fe sin obras está muerta». La justificación por fe ante Dios no está peleada con la justificación por las obras ante los hombres. Santiago dijo: «Así también la fe sin obras es muerta en sí misma».
Mateo nos habla de «frutos dignos de arrepentimiento» (Mateo 3:7-8 ). Y Pablo en Hechos menciona acerca de «obras dignas de arrepentimiento» (Hch 26:19-20)
Un predicador solía decir: No venga a llorar su arrepentimiento, mejor vaya a su casa y vívalo.
Una de las evidencias de que alguien se ha arrepentido es que restituye el agravio. Fue el caso de Zaqueo (Lucas 19:1-10). ¿Cómo sabía Jesús que la salvación había llegado a esa casa? Él podía ver su corazón pero también vio el cambio en su vida. Ef 4:28 «El que hurtaba no hurte más sino trabaje…».
La única manera de saber si tu arrepentimiento fue genuino o no es viendo el fruto en tu vida. El arrepentimiento no significa que jamás volverás a pecar, sino que cada vez que peques te dueles por tu pecado, pero ese dolor te hace correr a Cristo a reconocer tu necesidad que te perdone. La buena noticia es que si nos arrepentimos, “El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Jn 1:9)
CONCLUSIÓN:
No se trata de que usted nunca va a pecar. Sabemos por la Palabra que un creyente no puede perder su salvación pero sí puede pecar. Una cosa es que un creyente cometa el pecado que aborrece (Ro. 7:14-25) y otra es cuando el estilo de vida de una persona está marcado por deleite en el pecado y desobediencia continua.
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