A lo largo de la historia del cristianismo aún en el Antiguo Testamento llegó a surgir la inquietud y ocupó la mente del creyente el preguntarse la razón por la cual el creyente sufre aflicción, y cómo a las personas que hacen el mal les va bien. Los cristianos fieles se han inquietado ante esta situación y se llegan a preguntar al Señor por qué existe esta diferencia en la situación del creyente. Sin embargo David nos recuerda en el Salmo 73 que no siempre la prosperidad es bienestar, sino que muchas veces puede ser un castigo de Dios.
En medio de las circunstancias difíciles, nuestros pensamientos pueden inquietarse de esta manera.