Al final del capítulo anterior, encontramos a un anciano Jacob en la recta final de su vida, quien a pesar del sufrimiento había encontrado una razón para seguir en pie, al escuchar la noticia de aquel hijo que amaba y que durante los últimos 22 años consideraba que estaba muerto, sin embargo José aún vivía. Vemos a Jacob con un espíritu renovado ante la esperanza de poder ver a su hijo nuevamente (45:27-28)
Comenzamos el capítulo 46 con un gran viaje motivado por el gozo de Jacob, pero también impulsado por el hambre y las condiciones adversas de aquella región, probablemente se encontraban en Hebrón. Se nos dice que «salió Israel con todo lo que tenía…». Este no era un viaje de visita ni unas vacaciones; Jacob se está mudando a otra tierra, con toda su familia y las cosas que tenía. Y a pesar de las buenas noticias, la verdad es que no era una decisión fácil.
Seguramente Jacob podía recordar la advertencia que Dios le había hecho a su Padre Isaac en Génesis 26:2 «Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré»; o tal vez venía a su mente el recuerdo de la experiencia negativa que Abraham su abuelo había tenido en Egipto y la profecía mencionada en Génesis 15:13 cuando Dios le dijo «Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años». Tomar la decisión de ir a vivir a una tierra lejana, especialmente a Egipto, no era una decisión fácil.
Y quizá muchos de nosotros enfrentamos situaciones de encrucijadas, momentos en los que debemos tomar decisiones difíciles que van a impactar nuestras vidas o la vida de los que nos rodean; tal vez ir a vivir a otro lugar, quizá tomar la decisión de casarte, tal vez es una decisión referente a tu carrera y futuro, o una decisión familiar importante.
Jacob hizo lo que quizá muchos de nosotros necesitamos hacer, buscar el consejo y la dirección de Dios. Él fue a aquel lugar donde había adorado anteriormente, Beerseba; esta era la primera parada en el largo recorrido hacia la tierra de Egipto. Fue en ese lugar que Jacob ofreció sacrificios al Señor y después de esto, Dios le habló (v. 1a-2).
Muchas personas buscan a Dios sólo para que él les bendiga y les prospere. Pero la búsqueda que Jacob hizo no fue aislada, es decir, que él era un hombre que caminaba con el Señor y había aprendido a escuchar la voz de Dios, desde que salió de sus padres y tuvo ese encuentro con Dios en Bethel, después cuando salió de tierra de Laban, luchó contra un ángel, tuvo un encuentro con Dios en Mahanaim, buscó al Señor cuando se reencontró con su hermano, etc. Él no buscó al Señor sólo una vez, fue algo que venía haciendo constantemente.
Y muchas personas sólo buscan a Dios cuando quieren la bendición y dirección de Dios para sus vidas, sus matrimonios, sus decisiones, pero lo han estado ignorando todos los días. Buscar a Dios es un andar constante con el Señor. Este encuentro de Jacob con Dios no es una situación aislada, sino el resultado de una vida de comunión con el Señor.
Esto nos enseña una verdad importante, que DIOS ES FIEL, Y EL RESPONDE CUANDO LE BUSCAS DE TODO CORAZÓN. Esta verdad es confirmada en Jeremías 29:12-13 «Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón». Hebreos 11:6 «Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan».
1. PORQUE DIOS ES FIEL, TÚ PUEDES CONFIAR EN SU DIRECCIÓN
¿Cómo podemos ver la fidelidad y la dirección de Dios para Abraham y su familia?
a) Confirma su presencia
(V. 3) Dios dijo: «Yo soy Dios, el Dios de tu padre», esa es tu respuesta. La manera en la que Dios responde es revelandose a sí mismo. Lo que más necesitamos es recordar que él es Dios, esto quiere decir que sus planes son mejores y sus propósitos perfectos, y podemos confiar en él. Ahora Dios responde específicamente a Jacob, al decirle que vaya a Egipto sin temor (v. 3). A veces Dios dice no, como en el caso de Isaac, y algunas otras Dios dice que sí. Y en cualquier caso, debemos obedecer y confiar en la voluntad perfecta de Dios.
Las palabras de ánimo que el Señor menciona, no son palabras superficiales o sin fundamento, como cuando le decimos a alguien “Ánimo, todo va a estar bien”. Dios le da una razón para no tener miedo ante esta decisión tan importante (V. 4).
Dios nunca nos llama a hacer algo sin la seguridad de que él estará con nosotros, guiándonos a cada paso. Esto fue lo que dijo Jesús en sus últimas palabras, en Mateo 28, cuando nos llamó a ir y hacer discípulos, concluyó diciendo «y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.». Dios dijo en Isaías “No temas porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios”.
(V. 4) También, Señor le da la esperanza a Jacob de que volvería a la tierra prometida («y te haré volver»), pero esta promesa tardaría más de 430 años en cumplirse. A pesar de la demora de esta esperanza, Dios promete estar con él y su decendencia. Y para confirmarle este promesa, le consuela con el hecho de partir de este mundo en paz, a lado de su hijo José (v. 4).
b) Reafirma su promesa
Dios asegura su fidelidad al reafirmar uno de los elementos del pacto, esto es, hacer de él una gran nación (v. 3). Dios utilizaría el tiempo en Egipto para incubar a la gran nación de Israel. De hecho Dios ya había comenzado. Vemos el versículo 1 que el autor está utilizando el nombre de Jacob que hacía referencia a la nación de Israel. Es decir, los que salieron de Hebrón para ir a Egipto, ya eran los inicios de la nación de Israel.
El Señor está comprobando su fidelidad y su compromiso en hacer de Israel una gran nación, es como si Jacob pudiera ver un destello de la gracia de Dios y una pequeña imagen de la promesa cumplida en aquel grupo que viajaba con él, para que él pudiera decir: «Wow, Dios es fiel».
(vs. 5-7) Ahora se nos presenta una lista de las personas, pero no en la manera del Toledoth o genealogías donde vamos buscando la siemiente de la mujer y el rastro del mesías, sino como una manera de nombrar a todos aquellos que formaron parte de este naciente pueblo de Israel. Esta sección termina haciendo un recuento de las personas (v. 26-27), quienes en total fueron 70.
«El es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto. Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud». (Deu 10:21-22)
Jacob no vería ese momento donde 70 se convirtieron en una gran nación, pero pudo vislumbrarlo. Aunque el cumplimiento de las promesas de Dios es seguro, muchas veces el proceso es lento, y debemos aprender a confiar en e Señor en cada paso que damos.
Dios está obrando también en nuestras vidas. Él nos hará pasar por tiempos de prueba para hacernos más como Jesús. Y quizá no veremos el cambio final en esta tierra, pero podemos ver destellos de su gracia, y tiempos de victoria sobre el pecado y momentos de paz que nos recuerdan que el que comenzó la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
Después de un largo recorrido de 350 kilómetros, los israelitas llegan a Gosén, el territorio al Este de egipto y del río Nilo, que es el primer lugar al llegar a Egipto desde Canaán. (V. 28) Jacob envió a Judá como una medida de precaución, ya que el faraón pudo haberse alarmado por escuchar de la entrada de una compañía tan grande en su territorio. Pero la razón principal de hacer venir a José es que simplemente Jacob quería ver a su hijo (v. 29-30).
La pregunta que surge a continuación es: ¿cómo el pueblo de Dios va a vivir en medio de una cultura pagana y con costumbres tan diferentes a la de ellos? No había otra opción sino morar entre ellos, pero esto no significaba que debían vivir como ellos. José les dio indicaciones muy claras a sus hermanos para que Faraón les permitiera quedarse en las tierras fértiles de Gosén, pero tambien para hacer distinción entre el pueblo de Dios y los egipcios (31-34). Había un rechazo cultural hacia los pastores de ovejas lo cual les aseguraba tener esa distinción con los egipcios.
Hermanos, de la misma manera nosotros estamos en el mundo pero no somos del mundo: «Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece». (Jua 15:19); «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo». (Jua 17:15-16)
Hermanos, nuevamente vemos la fidelidad de Dios en proveer un lugar donde los israelitas pudieran crecer y florecer aún en medio de una cultura pagana y contraria a la suya. Esto nos enseña la segunda verdad de esta mañana:
2. PORQUE DIOS ES FIEL, TÚ PUEDES CONFIAR EN SU CUIDADO Y PROVISIÓN
Una frase muy famosa del misionero Jim Elliot, dice: «la voluntad de Dios no te llevará donde su gracia no te pueda sostener». Eso quiere decir que, si es la voluntad de Dios, él te va a sostener y te va a prosperar.
Esto no quiere decir que será fácil. No sería fácil para los israelitas después de que José murió y se levantó un nuevo faraón que los esclavizó. Pero en medio de todo es, Dios es fiel y el tiene cuidado de nosotros. Él no dijo que no habría problemas “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”.
Ahora vemos dos maneras en las que se manifestó la fidelidad de Dios al sustentar a su pueblo.
a) Al ofrecer la provisión (v. 1-6)
Podemos notar cómo José tiene esta sabiduría para entender cómo piensan los egipcios y faraón, él ya estaba relacionado con la cultura y por eso dio indicaciones a sus hermanos de lo que debían decir. Ahora se presentaron los hermanos de José para solicitar asilo en egipto. José pudo haber buscado el beneficio de su familia al colocar a sus hermanos en altos rangos del gobierno; Recordemos que él era el segundo después de faraón. Sin embargo, en la sabiduría que Dios le había dado, José sabía lo fácil que habría sido mezclarse con los egipcios y perder esa distinción como pueblo de Dios. Fue un poco de lo que vemos 400 años más tarde, cuando el pueblo de israel salió de egipto en el Éxodo, hicieron un becerro de oro, lo cual nos indica que habían adoptado cierta forma de la adoración en Egipto.
Pero Dios quiere un pueblo separado y apartado para él. De hecho en las plagas que encontramos en Éxodo, la novena plaga vemos la distinción que Dios hizo al hacer venir tinieblas sobre la ciudad de egipto mientras el campamento israelita en Gosén tenía luz.
Entonces vemos cómo la conversación con faraón se dio como José lo había previsto, pero faraón fue más allá, no sólo les dio la tierra para que vivieran, sino que les ofreció trabajo como pastores del rey.
Hermanos, cuando confiamos en la fidelidad de Dios y actuamos por fe, Dios hace más de lo que imaginamos o preveemos: «Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros» (Ef 3:20). Jacob actuó por fe y obediencia al Señor y él les proveyó de un lugar donde pudieran crecer como una nación separada para él.
b) Al extender la bendición
(v. 7-9) Parece ser que faraón se sorprendió por la edad tan avanzada de Jacob, ya que la esperanza de vida de los egipcios era muy baja. De hecho, el faraón más longevo fue ramsés II, quien reinó por 40 años y vivió en total 67 años de vida. Y estamos hablando de alguien que vivia con el sustento y las comodidades de ser un rey, la esperanza de vida de un egipcio común era mucho menor. Así que Jacob ya llevaba casí el doble de lo que vivía un faraón, 130 años.
Ahora, al igual que sucedió con los hermanos de José, esperaríamos que Faraón también diera alguna clase de provisión o bendición a Jacob, pero sucede lo contrario (v. 10). Lo que vemos es que el pueblo de Dios está bendiciendo a los egipcios.
(v. 11-12) En la siguiente sección se nos narra cómo José está proveyendo el sustento no sólo para su familia sino para toda la nación de Egipto. Encontramos esta historia como un paréntesis de cómo el pueblo de Dios está siendo bendición a los egipcios (13-26). Los egipcios dieron su dinero para comprar grano, cuando se acabó, dieron su ganado, cuando se acabó, dieron sus tierras y cuando ya no tuvieron nada, se dieron a ellos mismos como siervos. Y cuando todo pertenecía a faraón, José les dio trabajo con impuestos. Los egipcios staban agradecidos con José por el sustento que les había dado (v. 25). No tenían problema de ser siervos de un amo que los trataba bien y cuidaba de ellos.
Hermanos, nosotros somos la sal de este mundo. Debemos marcar una diferencia, y la razón por la que Dios nos bendice es para que podamos ser bendición a otros. Y qué bendición más grande hemos recibido que las bendiciones espirituales en Cristo Jesús, el evangelio, quien nos ha salvado, perdonado, justificado, y santificado. Es ese el mensaje que debemos compartir. Pedro le dijo al paralítico: «No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy…».
Hermanos, nuestro mundo está sumido en oscuridad y desesperanza, y Dios nos ha plantado aquí para florecer y ser testigos de la gracia gloriosa del Dios redentor.
CONSLUSIÓN
(v. 27-31) Vemos al final de la vida de Jacob, a un hombre que confía en Dios. El relato nos muestra el paralelísmo con el inicio del capítulo anterior. Dios le había prometido que él lo llevaría Egipto y lo haría volver, y que José estaría a su lado para sostenerle en la hora de su muerte, y Dios cumplió lo que había prometido.