28 de Diciembre del 2014 | Ernesto Mendoza
¿Cuál es la manera en la que típicamente presentamos el evangelio? normalmente las personas que presentan el evangelio hacen una invitación con frases como: «Acepta a Cristo como tú Salvador personal», «pide a Jesús que entre en tu corazón»; «Invita a Cristo a entrar en tu vida», o «toma una decisión por Cristo». Puede que esté tan acostumbrado a oír estas frases que tal vez hasta le sorprenda que ninguna de ellas está basada en la Biblia. En realidad son el producto de un evangelio diluido y no es el evangelio que Cristo predicaba. .
¿Por qué presentamos el evangelio así? Porque es más fácil y aceptable.
El evangelio anunciado por Jesús era un llamamiento al discipulado, un llamado a seguirle en obediencia sumisa, no simplemente una invitación a tomar una decisión o hacer una oración.
Y eso es lo que quiero que veamos en las próximas predicaciones. Sin embargo hoy veremos que el evangelio es un llamado a los pecadores, un llamado a arrepentirse y seguirle.
1. El evangelio es un llamado a la sumisión (2 Cor 4:5)
Pablo le preguntó a los corintios ¿acaso está dividido Cristo? Y hoy en día es justamente lo que encontramos, a un Cristo dividido. Creyentes han llegado a decir que es posible recibir a Jesús como Salvador pero no como Señor. Algunos piensan que la norma para ser salvo es aceptar a Jesús como salvador sin rendirse a él como Señor. Este punto Señala que primero se recibe a Jesús como salvador y después va aprendiendo a hacerlo Señor de su vida.
Pero nosotros no hacemos a Cristo Señor; ¡Él ya es Señor! Quienes no le reciben como Señor son culpables de rechazarle. No podemos creer en un medio-Cristo, lo tomamos por lo que es o lo rechazamos ¿Por qué es tan importante este asunto de recibir a Jesús como Señor? Porque si él es Señor de mi vida, eso implica que yo me debo a él, que todo lo que tengo le pertenece y que él merece toda mi entrega y devoción. Es un compromiso con Cristo como Señor
Este es un tema recurrente en la predicación del evangelio.
– Hch 16:31
– Rom 10:9
– Hch 2:36
No hay salvación para nadie a menos que las personas lo reciban por lo que es: «Señor de todo, salvador, Rey de reyes y Señor de señores, el agua viva, el pan de vida, nuestro tesoro».
El llamando del evangelio debe ser reconocido por lo que es: un llamamiento a someterse bajo el señorío de Cristo. Responder a tal llamamiento es convertirse en creyente. Cualquier cosa inferior es simplemente incredulidad.
2. El evangelio es un llamado a la obediencia (Mt 7:21-23)
Algunos cristianos han llegado a pensar que la doctrina de la conversión a Cristo no implica algún compromiso espiritual. Los que tienen este punto de vista del evangelio dicen que la Biblia promete salvación para todo el que cree en hechos acerca de Cristo. Y entonces les predicamos un evangelio sin compromisos. No es necesario el arrepentimiento de los pecados, ni un cambio en el estilo de vida, ni dedicación, ni siquiera el deseo de rendirse al Señorío de Cristo. (Gal 1:6-9)
Pero seguir a Cristo implica compromiso, hasta los inconversos entienden eso. Pero cambiamos el evangelio para que sea aceptado por las personas. Un evangelio sin compromiso.
Las consecuencias de ese pensamiento es una doctrina de salvación deficiente. Es justificación sin santificación. Este nuevo evangelio ha producido una generación de «cristianos» cuyo comportamiento es igual que el de la mayoría de los no creyentes (ejemplos). La gracia barata ha tirado el testimonio de la iglesia por los suelos. Los mismos pecados que se cometen allá afuera también están escuchando en las iglesias. Estos cristianos no regenerados creen que su conducta no tiene relación con su vida espiritual. Creen que no importa lo que hagan, verdaderamente son salvos porque alguna vez tomaron su decisión. Muchos creen sinceramente que son salvos pero no tienen frutos que demuestren que ha habido una verdadera conversión (EJEMPLO: amigo).
Mat 7:21-23 Está claro que ninguna experiencia es evidencia de verdadera salvación (profetizar, echar fuera demonios, hacer milagros). La evidencia de una verdadera conversión es una vida de obediencia.
El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; (1Jn 2:4)
Seguir a Cristo implica compromiso, obediencia.
3. El evangelio es un llamado al arrepentimiento (Luc 18:13-14)
La fe que salva es más que un simple entendimiento de los hechos acerca de Jesús y aceptarlos mentalmente. Es inseparable del arrepentimiento, de la entrega total a Jesús y un deseo sobrenatural de obedecerle. Todos estos elementos elementos forman la fe verdadera. Pero algunas han enfatizado tanto que la salvación es por la fe y no por obras que llegan a una idea de la fe que deja fuera la sumisión, la entrega y el arrepentimiento considerándolas como obras humanas. Pero la fe que salva es una fe activa. Es inseparable del arrepentimiento.
Para darnos una ilustración, Cristo usó una parábola en Lucas 18:13-14. La oración desesperada de aquel hombre dio como resultado que él obtuvo la salvación. El propósito de Jesús en esta parábola era demostrar que el arrepentimiento está en el centro de la fe que salva.
La palabra arrepentimiento significa literalmente «un cambio de mente». Sin embargo no podemos limitar nuestro concepto al significado de una palabra. Ya que el arrepentimiento es más que eso. Tal como lo describió Jesús en esta parábola, es el reconocimiento total de nuestra propia pecaminosidad y es volverse del pecado a Dios. Es mucho más que un mero cambio de mente, implica un cambio completo de corazón, actitud, interés y dirección.
4. El evangelio es un llamado al autoexamen (2 Cor 13:5)
Las personas expuestas a este nuevo evangelio diluido se les ha dicho que por haber recitado cierta oración, haber levantado la mano, pasado al frente o haber hablado con un hermano son salvos y no deben dudar de su salvación. Incluso algunos consejeros o pastores les dirán que escriban en sus Biblias y que cada vez que tengan alguna duda por su salvación vayan ahí. Ellos dicen que cualquier duda de su salvación es una obra satánica y debe rechazarse.
Pero es un error pensar que cualquiera que se pregunta si es salvo o no está cuestionando la integridad de la Palabra de Dios. ¡Qué pensamiento tan equivocado! porque la Biblia nos anima a examinarnos a nosotros mismos:
– Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? (2Co 13:5)
– Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. (2Pe 1:10).
– No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. (Luc 6:43-44)
¿Qué es lo que le da la seguridad a su Salvación? si yo le preguntara ¿es usted salvo? ¿Por qué?
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