¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? vamos a hablar hoy hermanos acerca del tiempo del exilio. Un exilio es cuando algunos habitantes de una ciudad, de un de una nación, eran tomados cautivos; eran tomados presos y eran desarraigados de su lugar de origen. Y entonces esclavizados eran subyugados por otra nación. Esclavizados ellos tenían que servir, y por supuesto esta manera de exilio era para privarles de sus derechos, privarles de sus alegrías, privarles de sus bienes; y estando cautivos, estando sometidos a esclavitud no había razón de alegría, solamente la esclavitud imperando en una nación que había sido exiliada, perdía su identidad, perdía su privilegio perdía su honor.
Y del exilio, el pueblo de Israel lo vivió varias veces. El Señor había dicho por boca de los profetas, que las consecuencias por malas decisiones, por los pecados, por la idolatría, sería que otras naciones ejercerían autoridad sobre ellos, despojándoles de la tierra y haciendo trizas con ellos como nación. El pueblo muchas veces estuvo caminando entre la obediencia y la desobediencia, entre que creía y no creí, entre que obedecía y a veces no lo hacía.
Entonces el exilio llegó a sus vidas en varias ocasiones, por lo menos en tres ocasiones. En esta ocasión que estamos tocando el salmo 137, históricamente se dice que este salmo se escribió posterior al exilio. Un exilio que duró 70 años. Israel fue llevado cautivo hacia Babilonia y ellos estuvieron allí. Y algo que las otras naciones tenían como sorpresa, como admiración hacia el pueblo de Dios es sus cánticos, su alegría, su oración, su devoción. Entonces cuando ellos los llevan cautivos hacia Babilonia, ahora ven una expresión muy insípida de este pueblo. Ahora ven un corazón atemorizado, acongojado. (v. 1) Nos dice que en los ríos de Babilonia ellos estaba llorando, se acordaban de su nación, se acordaban de Sion, el lugar donde adoraban y ahí colgaban sus arpas, no las tocaban, no había música, no había gozo. Y aún los que los habían llevado cautivos les decían: “cántame por favor”. Están aquí cautivo pero no quisiera verte así. Qué extraño ¿No cree? Los opresores del pueblo de Dios no quieren ese pueblo: un pueblo arruinado, un pueblo destrozado, un pueblo confuso y entristecido (Salmo 137:4).
El tiempo de exilio es una situación real que el pueblo de Dios ha vivido durante su existencia. Este salmo 137 escrito durante un poco tiempo después, es una canción es una canción de luto que habla de personas que están enfrentando el afán de las consecuencias duraderas después de una larga historia de malas decisiones
Pienso hermanos que aún por el creyente actual, el creyente contemporáneo, en muchas ocasiones puede ser llevado a un tiempo de exilio; puede ser llevado a un tiempo de esclavitud por sus malas decisiones. Sus pecados, habiéndole alcanzado, pueden tenerle cautivo, y entonces cuando una persona ha sido vencida por su propio pecado, una característica muy sobresaliente es la pérdida del gozo.
¿Cómo se puede cantar? ¿Cómo se puede adorar? ¿Cómo se puede estar en una íntima comunión y deseo por Dios cuando se está en un estado de esa naturaleza? Pero la gracia de Dios, quien sostiene a sus hijos aún en sus propias consecuencias, él puede evitar una destrucción más allá, y en el tiempo del exilio él puede impartir una enseñanza a la vida del creyente. Por este motivo nosotros debemos de buscar constantemente la misericordia y la gracia de Dios, y de agradecer que Dios no siempre se da por vencido con los suyos sino que sigue trabajando aún con muchos propósitos que él tiene en mente. Quiero proponer esta mañana que las malas decisiones traen consecuencias severas hacia un creyente, y por tanto es necesario meditar bien en nuestros caminos y regresar a la presencia de Dios. ¿Qué se puede aprender de un exilio espiritual?
I. Es una Condición
La condición es el estado externo e interno en el que se encuentra una persona, un hogar, una sociedad o en este caso, es el estado del creyente.
Esta es una condición de cautiverio espiritual. No podían cantar, no podían adorar, no estaban en el ambiente más propicio, no era una cuestión de solo pronunciar melodías. Pero también era una condición de calamidad emocional. No podían estar gozosos, había tristeza en el corazón y un profundo llanto sollozante por la incapacidad de establecer una libertad ante Dios. Esto nos habla del estado del salmista después de haber pecado.
II. Es una Consecuencia
El exilio era una consecuencia de conducirse equivocadamente. Por siglos el Señor había enviado profetas para que anunciaran al pueblo de Judá que su idolatría y desobediencia continua los llevaría al exilio. No obstante, ellos continuaron en su desobediencia por más de 300 años desde los últimos años del rey Salomón.
Después del reinado de Salomón la nación se había dividido. Una guerra civil causo que diez de las doce tribus de Israel se refugiaran en el norte bajo el reinado del rey Jeroboam. Las otras dos tribus se fueron al sur siguiendo al rey Rehoboam, el hijo de Salomón. En la Escritura, el reino del norte es llamado “Israel” y el reino del sur es llamado “Judá”. Israel tuvo 19 reyes durante más de doscientos años antes de que cayeran ante los Asirios en al año 722 A.C. Judá tuvo 23 reyes y solo 8 de ellos fueron reyes justos.
Entonces el exilio era una consecuencia de conducirse equivocadamente pero también de una contumacia a la voluntad divina. Por muchos años Judá vivía entre la obediencia y la rebelión hasta que el Señor permitió que los babilonios (quienes también eran llamados Caldeos) la capturaran y la mantuvieron en esclavitud por 70 años, tal como Jeremías había predicho.
III. Es una Contrición (Sal 137:5-9)
Este era una contrición de conciencia personal. No se puede orar bien, si se le ora a un dios que no es Dios. Tener un concepto equivocado de Dios resultará en tener un concepto equivocado de nosotros mismos, del pecado y de sus consecuencias. Estar dormidos moralmente, es cuando se realizan otras actividades menos las de carácter primordial, las que tienen que ver con la relación con el Supremo del universo.
El exilio también era una contrición de clamor agudo. Tristemente se puede desear restaurar la comunión con Dios por motivos equivocados. El énfasis moderno en que Dios es algo conveniente y Jesucristo fue tan bueno que murió por nosotros para que estuviéramos tranquilos, es una parodia del Evangelio.
“Si Dios no volviera a responder una sola de mis oraciones en lo que me queda de vida, quiero que sepa que aun así lo serviré hasta que muera. Si no volviera a hacer nada por mí desde hoy mismo, si apartase de mí su mano y permitiera que me hiciese pedazos física, mental, emocional, económicamente y de cualquier otra manera, quisiera que supiera que lo serviré sencillamente porque es Dios” Sydney J. Harris.
Pero la contrición también implicaba un compromiso con Dios. Cumplidos los 70 años, los judíos exiliados en Babilonia regresaron a Jerusalén a reconstruir la ciudad y restaurar el templo. En su tiempo de exilio aprendieron una importante lección. También se cumplió la promesa de Dios de juzgar a Babilonia por sus atrocidades. Él había predicho que esa ciudad poderosa y enorme se convirtiera en una perpetua desolación y así fue. Los persas no solo invadieron a los babilonios, sino que los desaparecieron de la faz de la tierra.
Las malas decisiones traen consecuencias severas hacia un creyente, y por tanto es necesario meditar bien en nuestros caminos y regresar a la presencia de Dios.