El maestro por excelencia

I. Dios revela lo incorrecto de los pensamientos del jóven.

Jesús es el maestro por excelencia. En su encuentro con el joven rico el busca enseñarle el punto donde él se ha extraviado. Jesús intenta ubicarle en el sentido de la vida y lo que se trata buscar a Dios. Se había perdido en tanta letra y había olvidado el sentido de la ley. No era buscar un sentido de piedad sino el de agradar a Dios.

La perspectiva del jóven sobre Jesús es la de un «maestro», porque es lo que él está buscando. Jesús no pretende traerle una nueva filosofía sino que le recuerda que no hay ninguno bueno sino Dios. El joven se había extraviado en los mandamientos.

Este es el propósito de la educación cristiana. Que nuevas generaciones puedan tener un encuentro con Dios y puedan ver más allá de la ley o las reglas.

El joven intenta evadir la realidad de su pecaminosidad. La pregunta del jóven no es una pregunta de ignorancia sino de evasión. Jesús le lleva al código básico de las leyes de Dios. Jesús lo está llevando a ver su realidad espiritual y a tener un entendimiento correcto de la ley de Dios.

Esta lista de mandamientos es una referencia a lo que los judíos conocían como la segunda tabla. No vemos los mandamientos que tienen que ver en la relación del hombre con Dios, sólo los que hablan del deber del hombre hacia el hombre. El Señor intenta llamar la atención a algo, como el gran maestro que es. Jesús quiere decirle que la ley fluye del deber del hombre hacia Dios. Jesús quiere hacerle ver el verdadero sentido espiritual de la ley.

II. Dios revela lo incorrecto se los afectos del jóven.

El joven necesitaba ser sincero en reconocer que él no había cumplido esos mandamientos. Él no es honesto y no se ve confrontado con el espíritu de la ley de Dios. Si el Señor Jesús no se hubiera interesado en este joven, no le hubiera confrontado.

Jesús ve la necesidad del jóven y siente una compasión por él (Mar 10:21). La compasión de Jesús le llevan a lanzar un desafío radical para el joven. Jesús dice «si quieres ser perfecto» (Mat 19:21). Aunque el hombre no puede ser perfecto no quiere decir que el llamado para el hombre sea el quedarse en un estado de pecaminosidad.

Versículo 21 es el desafío de la fe. Para poder hacer estas cosas se necesita fe. Si el conocía la ley entonces había hallado su satisfacción en Dios y no tendría problema de venderlo todo, pero Jesús lo está confrontado con sus anhelos. La vida eterna no se trata de la aprobación que tenemos en esta vida sino encontrar nuestro mayor tesoro en Dios.

La segunda parte del desafío es «ven y sígueme». Eso implicaba el ser contado con Jesús. Estar dispuesto a todo lo que implica seguir a Jesús. Es el mismo desafío que el Señor le dio a Abraham, lo cual implicó fe por parte de Abraham. Él había entendido que Dios era su sumo bien.

La salvación sucede cuando el hombre cree en Dios como el único medio para ser rescatado de la condenación de sus pecados. El desafío es a creer y confiar que Jesús es el mayor tesoro de su vida.

Mat 19:22 el gozo del jóven dependía de su imagen, prestigio y reputación. Este joven no creyó que Jesús era el sumo bien.

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