09 de Marzo del 2014 | 1 Juan 5:1-5 | Iván Bernal
Núcleo: Elemento primordial al que se van agregando otros elementos para formar un todo.
I. La fe permite creer la suficiencia de Dios.
A. Señorear en el corazón mediante la presencia de Cristo. Cuando hablamos de fe muchas veces sólo se habla de la fe para salvar. Fe es recibir a Jesús no sólo por temor de ir al infierno, sino porque nuestros ojos han sido abiertos para ver la belleza y la valía de Dios (1 Jn 5:1). La fe nos ayuda a creer la suficiencia de Dios a través de Cristo.
Cuando pensamos en Señorear tenemos el concepto de alguien que domina y ejerce control. Pero señorear es aquello que ocupa el primer lugar en nuestro corazón, lo que nos anima y alienta. (2 Cor 4:4-6) Cuando usted entra a alguna habitación que está llena de tesoros, usted no puede apreciar la belleza si está la luz apagada. Cuando el Señor nos permite la obra de regeneración en el corazón, la luz se enciende y es entonces que podemos ver la belleza de Jesús en nosotros, permitiendo que señoree en nuestros corazones.
B. Salvar mediante la persona y obra de Cristo. Si creemos que el Señor es suficiente para guiar nuestras vidas, entonces podemos creer que él nos puede salvar. Muchas veces podemos creer que Dios nos salva, pero que él no nos puede satisfacer.
Cuando hablamos que esto se realiza mediante la persona y obra de Jesucristo, es porque hay personas que no creen que Jesús les pueda salvar. Las personas agregan otras coas como obras. Las buenas obras no son para salvarnos, sino que son porque hemos sido salvos. Dan evidencia de que hemos sido salvos por Cristo. La fe nos permite creer en la suficiencia de Cristo en la salvación y el señorío.
II. La fe permite ver la superficialidad del atractivo mundano.
1 Juan 2:15-16 El mundo tiene un atractivo muy demandante y resplandeciente para nuestros ojos. Las cosas del mundo caracterizan la vida vieja, la vida común o la vida sin Cristo. Pero la fe nos da claridad y nos permite ver que aquel manjar no es más que una atracción artificial.
A. Sueños ilusorios que pasan rápidamente. (v. 17) El mundo pasa y sus deseos. Estos deseos se resumen en codicia. Cuando no tenemos lo que queremos se engendra la codicia en el corazón, pero cuando se logra tener lo que se desea comienza el orgullo. Pero siempre estamos atados a un pecado cuando vivimos en los deseos de este mundo. Incluso nosotros como creyentes pudiéramos enamorarnos de los regalos de Dios y no del Dios de los regalos. Pero la fe nos permite ver que todo en este mundo son sólo sueños ilusorios.
B. Simpleza de su valor que no cumple lo que promete. La fe rompe con el hechizo esclavizante de los deseos del mundo. Y debemos preguntarnos, si el mundo tiene esa atracción como un imán de los que no nos podemos negar y apostamos por buscarlos, debemos preguntarnos si realmente hemos nacido de nuevo. Porque la fe produce una resistencia a lo vano del mundo.
¿Ve usted al mundo como superficial? ¿O hay una lucha en la que estamos siendo vencidos?
III. La fe permite gustar la superioridad del atractivo cristiano a través.
Hay diferencia entre ver y gustar. Como cuando saboreamos una comida pero la probamos y comprobamos que está incípida.
A. Saborear la delicia de vivir en la ley de Jehová. Sal 40:8; 119:24, 35, 95. La ley de Jehová no es una carga pesada, sino que son una belleza que deseamos. ¿Cómo vemos la palabra de Dios? Podemos ver la Biblia como complicada, pero cuando la abrimos y entendemos, descubrimos que es una delicia.
Cuando algo nos agrada, queremos pasar mucho tiempo en eso porque nos provoca placer. La fe permite gustar la ley de Jehová.
B. Satisfacer el alma con el perfecto amor de Dios (1 Jn 4:9-11). El amor de Dios satisface el alma. Cuando reconocemos nuestra pecaminosidad y corrupción, pero vemos la importancia que tenemos para el corazón de Dios, esto alimenta nuestra fe. El gran amor de Dios nos envuelve. Usted está en el pensamiento de Dios, estamos en su mente y su corazón, todo lo que él hace es para glorificarse a través de nosotros. Cuando exaltamos a Dios, nos satisface a nosotros.
¿Qué es para usted la vida cristiana? ¿Una carga pesada? Tener que levantarse el domingo, vestirse de cierta manera, evitar cierto vocabulario. Pero no hay mejor cosa que experimentar la presencia de Dios, en el calor del amor de Dios.
IV. La fe permite elegir la sabia decisión de obedecer en:
A. Sometimiento de los deseos carnales a la voluntad de Dios. (Jn 5:24; 1 Jn 3:7-9) Los falsos maestros enseñaban que Jesús no era hombre al cien por ciento. Se creía que él era sólo espíritu y se llegó a la conclusión que sólo esto era lo importante. No importaba lo que se hiciera con el cuerpo sino con que se buscara lo espiritual.
Pero el ser espiritual debe tener un efecto en lo físico. Cuando hemos nacido de nuevo se va a mostrar por las obras. El que nace de Dios no va a practicar el pecado.
B. Santificación del ser por la intercesión de Cristo. (1 Jn 1:8; 2:1; 5:16-17) Si pecamos tenemos un abogado, él es la oportunidad de nuestra santificación. El pecado de muerte se refiere al arraigo o la presencia habitual de algún pecado. Un pecado de muerte es aquel que es cómodo en el corazón
Hebreos 12 Nos habla de cómo Esaú procuró el arrepentimiento pero no lo obtuvo. ¿A qué se refiere esto? El pecado endurece tanto el corazón que incluso el procurar arrepentirse se convierte en algo falso. Por esto es necesaria la fe actuando en el corazón. Sin fe es imposible agradar a Dios, por eso es el núcleo principal.
La vida nueva se conoce por vivir en nuevos pensamientos y motivos. Por medio de la fe creemos, vemos y gustamos lo que es lo mejor, o sea, todo aquello que viene de Dios.
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