Los tesalonicenses estaban en una fuerte aflicción. El apóstol Pablo al no poder ir, decide enviar a Timoteo para consolar a los hermanos. El consuelo es un deber cristiano que debemos practicar los unos a los otros. 1 Tesalonicenses 5 Pablo exhorta a consolarnos “con estas palabras”. El consuelo es un tema importante en la Biblia, en la carta a los Tesalonicenses, y para nosotros.
El consuelo es el resultado de la obra del Espíritu Santo en un creyente que ha sido expuesto a la Palabra de Dios y a sus promesas. El consuelo sólo puede ser compartido por un verdadero creyente cristiano, ya que un creyente va a consolar de acuerdo a la Palabra de Dios y sus promesas.
Pablo recibió buenas noticias del reporte de Timoteo, y concluye el capítulo 3 con un compromiso de oración por los hermanos, sabiendo que quizá otra prueba vendría más adelante, así que él ora para que su fe no falte.
La aflicción es inevitable, pero también es parte de nuestro llamamiento cristiano. La aflicción nos puede acercar a Dios o alejar de él, dependiendo de dónde esté nuestro enfoque. El consuelo viene de creer en él y en su verdad suprema. La aflicción nos puede purificar y permitir que la obra de Dios siga perfeccionándose en nuestras vidas. Podríamos decir que la aflicción es una bendición, cuando entendemos que esto nos puede acercar al Señor para la gloria de su nombre.
Ayudemos a otros infundiendo la verdad de su Palabra, y revisemos que Dios esté obrando en nuestras vidas.