Aquí vemos dos partes en este capítulo, la primera nos habla de la aparición de Dios a Abraham y la segunda nos presenta la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra.
¿Cómo reacciona Abraham a la visita de los tres ángeles? Abraham tenía noción de que los visitantes no eran personas comunes sino seres espirituales. Algo que nos llama la atención en esta lectura es la hospitalidad de Abraham. Él pide la oportunidad de atender y tener comunión con el Señor.
Se nos dice que Abraham se dispone a atenderlo como era las costumbres de aquel tiempo. La razón de esto es porque ellos estaban como forma de hombres, Abraham cumplió con la hospitalidad conocida para él. Pero también vemos que Abraham se postra en tierra y llama a uno de ellos con el título «Señor», y él mismo se describe como su siervo. «Si he hallado gracia» es una frase normal para hablar con alguien superior o de alto rango.
Lavar los pies, ofrecer un lugar de reposo e invitarlos a comer, eran distintivos de la hospitalidad de su época. Abraham mandó a traer un pedazo de pan, pero no era un pedazo de bolillo, sino una expresión que se refiere a un banquete (como decir «te invito un taco»). Abraham trajo de lo mejor y puso a todos a trabajar. Comer juntos era una señal de amistad e intimidad. La visita de los ángeles nos deja ver la relación que había entre Abraham y Dios, al punto que fue llamado «amigo de Dios».
Algo interesante ocurre cuando ellos están con Abraham, sólo lo vemos a él y no a Sara. Esto también era una costumbre de la época. En Génesis 18:9-10 Le preguntan ¿Dónde está Sara? no porque no supieran, pero es una pregunta que denota autoridad. En un año Sara tendría un hijo como producto de la relación de Abraham y Sara, lo cual sólo podría realizarse mediante un milagro de parte de Dios. (Gen 18:11) El Señor está anunciando un milagro que sucedería en la vida de Abraham y Sara. ¡Qué visita tan especial! Vemos el tiempo que Dios toma para atender a Abraham, sus necesidades, pero sobre todo su plan perfecto.
Hebreos 13:2 Nos recuerda que la hospitalidad puede llevarnos a hospedar ángeles
Una comunión intima con Dios mediante la fe
Génesis 18:12 Vemos en Sara la misma respuesta que tuvo Abraham en el capítulo anterior. Ella está luchando con la incredulidad, y nuestras luchas pueden transmitirse a las personas que nos rodean. El Señor le preguntó a Abraham «¿Por qué se está riendo tu esposa?». Cuando Eva pecó, el Señor confrontó a Adán, el Señor va directo a la cabeza de familia (Gen 18:14) «¿Hay para Dios alguna cosa difícil?», Abraham creía en la promesa de Dios, pero se dio cuenta de las consecuencias de su incredulidad y que no había ayudado a su esposa con su incredulidad.
Una verdadera comunión con el Señor, va completamente impregnada de mucha verdad. Dios está demostrando que ama a Abraham y a Sara, que les ama tanto que ha decidido convivir con ellos, pero que ellos necesitaban trabajar con su falta de fe. Sara niega y el Señor le corrige (Gen 18:14-15). Estamos delante de un Dios omnipresente y omnisciente, esto es algo que nos debe motivar en cada momento de nuestro día. El salmista preguntó «¿A dónde me iré de tu presencia?», el Señor nunca puede ser engañado.
Cuando la Palabra de Dios nos confronta, es algo que nos muestra su amor haciéndonos ver las cosas en las que estamos mal. En lugar de sentirnos ofendidos, debemos dar gracias a Dios. En esa confrontación, Dios llena a Sara de la verdad de Dios. Un reproche es simplemente hacer sentir mal a otra persona, pero la confrontación que el Señor hace es buscar ayudar de manera amorosa cuando alguien tiene una falla, intentando ayudar en un área de debilidad.
Jeremías 32:17-19, 27 ¡No hay nada imposible para Dios! La cuestión aquí es la incredulidad y la falta de fe. Debemos recordar que Dios es todo poderoso y trasciende sobre todas las cosas. La fe de Sara muestra nuevamente su incredulidad, pero el Señor no quitó su promesa, sino que quiso reafirmarla para que a través de ella viniera el hijo de la promesa. Abraham y Sara reirían de nuevo, pero ahora sería por gozo y gratitud por la obra de Dios.
Sin fe es imposible agradar a Dios. La falta de fe nos hace tener actitudes incorrectas como la que tuvo Sara. Pero no quiere decir que el creyente nunca tendrá una crisis de fe, sino que está en un proceso donde necesita aprender a creerle al Señor. Lamentablemente no siempre aprobamos nuestra crisis de fe. Pero Abraham aprendió a conocer que Dios es verdad, soberano y poderoso al punto que su fe se fue fortaleciendo hasta llegar a ser el padre de la fe.
Al Padre de la fe, su fe le fue contada por justicia, y es a través de la fe nosotros somos justificados también. La fe es la virtud que debemos buscar constantemente. Es por medio de la fe que podemos tomar decisiones correctas.
Una comunión intima con Dios mediante la oración
Génesis 18:16-18 «¿Encubriré alguna cosa a Abraham?», nos habla de la intimidad que Dios tenía con Abraham. Él tenía planes trascendentes para Abraham y el Señor lo considera para revelarle cuestiones importantes y confidenciales. Esta relación era como la de Jesús con sus discípulos. Verdaderamente, el secreto del Señor es con aquellos que le temen. La amistad íntima va acompañada del conocimiento de ciertas situaciones personales y secretas. Cuando una persona no se abre es porque no hay confianza.
¿Por qué Dios quiso dar a conocer sus intenciones a Abraham? Quizá por una preocupación de Abraham y sus hijos, que ellos no entierran la justicia de Dios. (Gen 18:19) El Señor ya había escogido como un padre instructor, no sólo para engendrar hijos sino con la responsabilidad de instruir a sus hijos. Él tenía la responsabilidad de enseñar a las siguientes generaciones quién era Dios y que ellos continuaran con esa herencia de fe.
Muchas veces nosotros queremos las bendiciones de Dios, pero no nos gustan las responsabilidades. La tarea que Abraham tenía era la de trabajar con Sara, pero también debía trabajar con sus hijos. Las bendiciones siempre tienen implícitas una responsabilidad. A veces queremos grandes planes de Dios, pero Dios quiere que comencemos en nuestra casa, formando a una nueva generación que se va a levantar cuando nosotros no estemos.}
(Génesis 18:20-33) Un teólogo dijo que cuando los pecados claman del cielo, van a requerir una intervención divina. (Génesis 18:20-33). Abraham está teniendo misericordia de esa nación. Él intenta con esa confianza tener un diálogo con el Señor, pero no sólo fue una petición, sino que insistió en bajar la cifra por la cual Sodoma se podía salvar. Pero lo más increíble es que Dios considera la preocupación de Abraham y escucha su aflicción, haciéndole ver y asegurando que él no destruiría la ciudad si encontrara cierta cantidad de justos.
¿La intercesión de Abraham fue en vano? Más adelante se nos dice que se acordó Dios de Abraham y salvó a Lot. Más tarde, el apóstol Pedro nos dice que Lot afligía su alma justa. El juicio de Dios es justo porque está basado en el conocimiento de Dios. Génesis ya nos advertía que los hombres de Sodoma eran malos. Esto nos enseña que la oración del justo puede mucho.
Esta enseñanza nos anima a reconsiderar nuestra vida de oración. Como cristianos debemos practicar una oración de intercesión, orar porque Dios tenga misericordia del que está perdido. Por el control soberano del Señor en estos tiempos difíciles, cuando la maldad se sigue multiplicando. Abraham intercedió por una nación y los planes de Dios, y nosotros debemos hacer lo mismo.