Domingo 09 Febrero del 2014 | 1 Samuel 18 | Iván Bernal

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Definición: Desmedido sentimiento de dolor y disgusto en el corazón. Algo que esta atrapado (queja o malestar).

I. Descripción del origen

La Amargura es un desmedido sentimiento de dolor y disgusto en el corazón, derivada por diversos daños como:

A. Desilusión (1 Sam 18:6-7). Cuando algo no sale como se espera. Al igual que Acán, Saúl toma del anatema y Dios lo deshecha como rey. Pero también el pueblo comienza a apreciar más a David por sus victorias. La desilusión llega cuando usted tiene metas, y sueños, pero las cosas no son como esperamos. Como aquella mujer que estaba a punto de casarse, pero dos meses antes de su boda, su prometido le dice que no puede casarse porque él ya es un hombre casado. Esta mujer comenzará a crear rencor y venganza hacia ese hombre que la ha engañado. La desilusión produce amargura. Y quizás ha habido en nuestras vidas situaciones que nos han desilusionado. Y quizás ha habido en nuestras vidas situaciones que nos han desilusionado.

B. Des-favorecimiento (1 Sam 15:19-23). Cuando una persona argumenta que sus circunstancias son diferentes a las de otro. Saúl se siente desfavorecido porque no tiene el favor de Jehová. Esto también lo podemos ilustrar con la historia de Ana en 1 Samuel 1:2, 6. Ana podía sentir un desfavorecimiento como mujer, pues no podía tener hijos. Así mismo muchas personas pueden identificar desventajas con las que han tenido que vivir. Como perder a un ser querido, favoritismo hacia alguno hermano, la soltería, alguna discapacidad física. Todo esto puede crear amargura.

C. Desconsuelo (1 Samuel 1:8). El esposo de Ana intenta consolarla por su desfavorecimiento, pero nada podía consolar a esta mujer. El desconsuelo no debería existir, pero es provocado por nosotros mismos. Nos centramos tanto en un problema que no vemos lo que Dios está haciendo. (1 Sam 15:24-26) Saúl también se siente desconsolado por su pecad, pero Samuel le dice que ya no será más el rey. El desconsuelo llega cuando pensamos que un problema ya no tiene solución. 2 Corintios 1:3-4 El verdadero consuelo viene del Señor. Puede ser que haya circunstancias que no podemos evitar, pero Dios es el que puede consolar nuestros corazones.

D. Desprecio (1 Samuel 18:7). El desprecio sucede cuando hacemos a lado a una persona o lo rechazamos. Saúl estaba experimentando un desprecio por parte del pueblo. También Ana se sentía así cuando «su rival la irritaba». Quizás usted pueda sentir esto si su esposo(a) le ha engañado. Si se burlan de usted en su trabajo. O si lo hacen a un lado en su familia. Nuevamente, quien puede sanar un corazón dolido es el Señor de toda consolación.

II. Desencadenamiento de otros males.

La Amargura es un desmedido sentimiento de dolor y disgusto en el corazón del que se desprende otros males como:

A. Descontento hacia diferentes situaciones y hacia Dios (1 Samuel 18:7-8). A Saúl no le gusto el dicho que había escuchado. Cuando el corazón no ha sanado de las diferentes situaciones que hemos mencionado, entonces habrá un descontento. Esto creará también un rechazo hacia otra persona. Si hubo un problema que no se arregló en un matrimonio, entonces habrá descontento. Y no importa lo bueno que haga él(la) esposo(a), no habrá contentamiento. Esto pudiera vivirse también entre hermanos o entre hijos de Dios.

B. Desconfianza hacia la mayoría de las personas (1 Samuel 18:14-15). El Señor estaba favoreciendo a David pero Saúl comenzó a desconfiar por la prudencia de David. Cuando hay un problema no resuelto o no perdonado, vivimos con desconfianza: «¿Por qué me invitó? ¿por qué me saludo? ¿por qué me dijo que me veía bien?». No vemos la sinceridad de la otra persona. Esto cierra la oportunidad de la amistad. Si ya ha vivido antes una situación dolorosa comenzará a reservarse.

C. Detestar (Odiar) (1 Samuel 18:8-11). ¿Se fija como fue subiendo de todo el enojo y la ira de Saúl, hasta llegar al odio? Desde aquel dicho («Saúl mató a mil y David a sus diez mil») comienza a crecer su odio hasta intentar matar a David. Si no perdonamos algo en el pasado, ese mal va a seguir creciendo hasta convertirse en un odio. El odio puede llevar a exhibir, hablar mal o perjudicar la imagen de alguien. El odio se puede expresar incluso con personas que no nos han ofendido.

D. Discordia entre los que están a su alrededor (1 Sam 19:11). Esto es cuando estamos tan disgustados contra alguien que comenzamos a compartir ese sentimiento con alguien más. A veces se da en algunos matrimonios que el papá o la mamá le hablan mal a su hijo de su cónyuge para ganarlos y tenerlos de su lado en caso de una separación (Heb 12:15).

III Disipación de la Amargura

La amargura es un desmedido sentimiento de dolor y disgusto en el corazón que se desvanece:

A. Dimensionando correctamente el perdón de nuestras ofensas (Mt 18:23-35). En aquel tiempo cuando se tenía una deuda se pagaba incluso con la familia. El primer siervo no pidió que le perdonaran la deuda, sólo pidió una prórroga. Sin embargo su señor le soltó y le perdonó la deuda. Pero a pesar de haber sido perdonado el siervo no quiso perdonar a su consiervo quien también le debía una cantidad menor.
El padre de misericordia perdonó nuestra deuda de pecado, y hasta el día de hoy nos sigue perdonando. Su gracia se extiende a nosotros ¿por qué entonces no podemos perdonar?

B. Deteniendo pensamientos del pasado (Miqueas 7:18-19). Algunos dicen: «yo perdono pero no olvido». Pero eso no existe. El Señor ya no recuerda los pecados que nos ha perdonado. Quizás podremos acordarnos de algunas cosas pero debemos detener esos pensamientos. O cuando alguien nos recuerda algo de nuestro pasado. Tenemos que aprender a sepultar los daños.

C. Dosis de compasión (Mateo 9:36). Jesús vio a las multitudes como ovejas que no tienen pastor. El Señor sea cuerda de que somos polvo. Estando en la cruz, el Señor vió a los que le maltrataban con compasión. Cuando vemos a alguien que nos hace mal, debemos ser compasivos y ver su necesidad de Cristo. Incluso con personas que son creyentes.

D. Disfrutando de una plena comunión con Dios (Salmos 16:1-2, 6-11). Cuando decimos «yo ya le di vuelta a la página». Cuando la comunión con Dios es tan real en nuestras vidas, son tiempos de verdadero placer. Es entonces cuando en nuestro corazón no cabe más, cuando estamos llenos del Señor. Como cuando el salmista dice «mi copa está rebosando».

E. Dejando a Dios cualquier caso (Romanos 12:17-21). Quizás nos relacionamos con alguna persona que constantemente nos está haciendo daño. Pero lo que nosotros podemos hacer es dejarle el lugar a Dios. No pagando mal por mal, procurando lo bueno, en cuanto dependa de mi, estar en paz con todos. Dejarlo a Dios es, no recordar nada y no compartir información. Sino orando para que el Señor le rescaté y le ayude para que no se auto destruya.

CONCLUSIÓN

El pecado de la amargura es algo que no se ve. Este pecado puede originarse por varias razones y puede provocar otros pecados. Pero cuando hemos experimentado el profundo amor y perdón de Dios, no nos resta más que tener compasión por otros y perdonar las ofensas que nos han hecho.


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