Hace más de 500 años, el corazón de Martín Lutero fue cautivado por la verdad de las escrituras. Y es un gozo ver que después de 50 años, está iglesia busca seguir guiada por la autoridad de la Palabra de Dios. Es en la escritura donde nosotros podemos conocer el glorioso mensaje del evangelio. Porque las escrituras nos revelan el evangelio, tú y yo debemos conocerlo, disfrutarlo y proclamarlo.
Para conocer el evangelio, debemos saber qué es el evangelio. Muchas veces hemos definido el evangelio usando su etimología, diciendo que son buenas noticias. Pero no podríamos reducir la profundidad, anchura, altura del incalculable evangelio a una referencia etimológica. El evangelio es lo que eclipsa toda historia del pasado, presente y futuro. Es mucho más que una definición etimológica. El evangelio es la perla de gran precio, la joya de la historia de la humanidad, El Monte Everest de todo lo que existe.
El evangelio es el mensaje diseñado en la mente eterna del Dios trino para revelar su gracia infinita por medio de Jesucristo. Para conocer el evangelio, quisiera que lo viéramos en cuatro partes de la historia de la redención.
1. El centro de la historia es Dios
¿Quién es el centro de la historia? Es Dios ¿y dónde comienza esta historia? Génesis 1:1 Dios es el creador y puede determinar lo que va a pasar en su creación. No importa lo que tú creas de Dios, él es lo que es. La creación le debe respeto y adoración a Dios, así como un hijo a sus padres.
Dios es expresado como un Dios trino desde el inicio. Es importante que hablemos de esto porque el hombre no fue creado por falta de amor. El creó al hombre para compartir su gloria, y todas las cosas fueron hechas para reflejar su gloria en toda su plenitud (Is 43:7).
Pero antes de continuar con la historia aparece Génesis 3.
2. El problema de la historia es el hombre
El problema de la historia es el hombre. Adán y Eva no conocían otra cosa sino la bondad de Dios; Ellos, conociendo la bondad de Dios decidieron rebelarse contra él. Por esta razón el hombre permanece ahora bajo la santa y justa ira de Dios.
¿De qué te salvó Dios? La humanidad necesita ser rescatada, no sólo del infierno sino de la esclavitud del pecado y del justo juicio de Dios. El problema principal con nosotros no es el demonio que está afuera sino con el que traemos dentro. Ese deseo de hacer lo que nosotros queremos (Ro 8:7). Somos esclavos del pecado, y a causa de esa disposición decidimos pecar contra Dios, nuestra esposa, hijos, hermanos de la iglesia, etc.,
No hay un sólo país que no batalle con la corrupción, el robo, o la delincuencia. Nuestra naturaleza está esclavizada por el pecado (Ro 1:18). Cada mirada, pensamiento, acción que va en contra de Dios, necesita recibir el castigo y la justicia de Dios. La ira de Dios no dejará inmune ningún pecado.
Hasta aquí la noticia no es nada alentadora. El problema de la humanidad no es Dios sino la humanidad.
3. La redención de la historia es Jesús
Romanos 3:23-26 la justicia de Dios no es algo que debemos temer. La bondad de Dios se manifestó en su justicia. Él pasó por alto los pecados pasados, así como el saldo en tu tarjeta de crédito espera ser pagado el día del corte, Cristo vino para pagar la deuda de pecado.
Esa gracia se ha manifestado en Jesucristo, Emanuel, el Dios con nosotros, el Hijo de Dios es la justicia de Dios. El evangelio encuentra su punto culminante en la persona y obra de Jesucristo. Hoy tú y yo tenemos mucho más de lo que Adán y Eva tuvieron. El problema es que aún a pesar de eso, no le amamos.
Ese hombre murió en una cruz en lugar de pecadores, derramó su vida como propiciaron ¡qué bondad tan grande! Pero no sólo murió, sino que se levantó para darnos libertad del pecado, y Dios el Padre le exaltó hasta lo sumo como Señor del cielo y la tierra. Ese es el Cristo que tú y yo conocemos, y a pesar de esto, nos cuenta mucho obedecerle.
El Dios encarnado, está a punto de regresar y venir por sus escogidos, los muertos en Cristo resucitarán y él establecerá su reino en la tierra. Podemos ver que no sólo somos librados de la condenación del infierno sino de la esclavitud del pecado, y vivir para la gloria del cielo desde hoy. Todo lo creado tiene su propósito en Cristo, quien es la manifestación de la gracia eterna.
La gracia no se puede comprar, lograr ni ganar, es favor de Dios (Ef. 2:8-9). La gloria de Dios es eterna y nada puede arrebatarnos de ella.
4. La oferta de la historia es fe y arrepentimiento
Arrepentirse es un llamado a dejar y apartarse del pecado. Dejar esa actitud rebelde en contra del Señor Jesucristo. Dios no desea que le sirvas cuando tú corazón está lejos de él. La fe Bíblica es aquella que nos lleva a acercarnos a él, abrazar, o y disfrutarlos, creyendo que lo que él dice de sí mismo es verdad. Es verdad que puedo deleitarme en él y tener comunión con él por medio de la fe en Jesucristo.
El evangelio es tener comunión con Jesucristo. Cuando creemos y nos arrepentimos, reconocemos que lo que él ha dicho es cierto. Romanos 8:31-34 cuando estamos en sufrimiento, lo que viene de nuestro corazón es porque no nos portamos bien. Pero nada nos puede separar del amor de Dios (Ro 8:28).
El evangelio es un regalo que nos da la libertad para poner nuestra mirada en Dios como nuestro mayor tesoro. El evangelio no es solamente para los que están perdidos sin Cristo, sino para cada uno de nosotros que nos levantamos cada día para luchar contra el pecado.
Martín Lutero fue uno de los hombres más religiosos que existió. Buscó respuesta en los sacramentos, en los confesionarios, ayunando y orando, pero no encontró nada. Hasta que llegó a la Palabra de Dios en Romanos 1:17 Fue la palabra de Dios que trajo libertad a un hombre cautivo por el pecado, entendiendo que la salvación es solo por fe, solo por gracia, y para la Gloria de Jesucristo.
Porque las escrituras nos revelan el evangelio, tú y yo debemos conocerlo, disfrutarlo y proclamarlo.