20 de Septiembre del 2015 | Jaime Escalante
1. Razones para redimir el tiempo.
A. La propiedad de la vida es divina. La vida se trata de administrar el tiempo. (Luc 12:16-21; Luc 19:13; 1 Cor 6:19). El énfasis es en que Dios es dueño de todo y un día vamos a dar cuentas. En el reino de Dios hay prioridades. La pregunta es si nosotros tenemos la mente de Dios tanto que entendemos cuáles son las prioridades correctas.
B. La duración de la vida es breve. (Stg 4:14) Nuestra vida es corta, como un vapor. Es por eso que Dios nos llama a usar nuestra vida de manera apropiada. Debemos usar el tiempo para enriquecer y crecer la obra de Dios. Debemos administrar los días que nos quedan de manera fiel (Sal 39:5)
2. Formas para redimir el tiempo. (Ecl 9:10; Jn 9:4).
A. Somos llamados a aprovechar el tiempo y a hacer las obras de Dios. (Lc 16:10). Nunca hay una excusa para no servir al Señor. Siempre hay un tiempo para dedicarle a la familia y a la iglesia.
B. Aplicando dedicación para el servicio. (Rom 12:11). La diligencia es lo contrario a la pereza. Debemos ser diligentes en nuestras actividades seculares, y mucho más en el servicio de la obra del Señor. Si hemos desperdiciado el tiempo sin Dios, que podamos ahora usar de las oportunidades para servir.
C. Laborando para agradar al Señor. (Col 3:23) Nuestra tendencia es hacer las cosas sólo para cumplir. Por eso dice Dios que no debemos hacer las cosas para agradar a los hombres. Que nuestros jefes inmediatos sean hombres diligentes que se esfuerzan, no por agradar a los hombres o buscar un puesto, o reconocimiento.
Si viviéramos de esta manera, habría más oportunidades para que el evangelio sea conocido. Pero es triste cuando las personas son despedidas porque no son diligentes y llega a ser un mal testimonio para la obra de Dios.
D. Sirviendo con amor a otros. Tomando tiempo para apoyar o visitar a alguien. ¿Cuántas actividades de nuestra agenda están orientadas para servir a otros?
No somos esclavos del tiempo, Dios nos llama a redimir el tiempo. Dios es el juez y debemos presentarnos como siervos fieles delante de Dios.