Las agencias misioneras han estado interesadas en el avance acelerado del evangelio. Es menester llevar el evangelio a grupos sociales no alcanzados, pero la problemática surge al preguntamos ¿Cuándo podemos considerar que un lugar ha sido alcanzado? ¿Hasta dónde termina el trabajo del misionero? ¿Con sólo predicar en un lugar y dar un reporte se cumple la gran comisión?

«Si se compara el campo de las misiones con la medicina, el trabajo de un misionero es más como un médico de familia que como un científico» David Sills. El trabajo del científico termina cuando descubre alguna cura, pero el trabajo de un médico familiar continuará cambiando para satisfacer las necesidades de sus pacientes. El trabajo del misionero tampoco termina cuando se presenta el mensaje de salvación y una persona hace una profesión de fe. Tampoco termina cuando se planta una congregación.

Esto no quiere decir que no debe haber metas de trabajo o estrategias (como Pablo), no estamos diciendo que no debe haber nuevas obras; Sino que la intención es que reflexionemos en el descuido de la educación teológica en el trabajo misionero que existe en muchos lugares.

1. La meta suprema de la obra misionera.

«La obra misionera no es la meta final de la iglesia, lo es la adoración. Las misiones existen porque la adoración no existe. Cuando se reúnan los redimidos delante del trono celestial, la adoración acabará» John Piper. La meta final es que las personas redimidas sean verdaderos adoradores, verdaderos convertidos que conocen al Dios verdadero. El propósito último de cualquier ministerio es la adoración a Dios (Sal 67:1-7; Jn 4:22). El conocimiento no debe estar desconectado de una verdadera adoración. Dios es deshonrado cuando no se le adora de la manera en la que Él ha establecido.

Tampoco podemos adorar de manera pragmática, centrados en los beneficios humanos. El conocimiento y la teología son necesarias al momento de hacer la obra misionera.

2. Los mandatos de la obra misionera (Mat 28:19)

El imperativo no es ir, el énfasis del Señor es «hacer discípulos». Mark Deber dice que «Discipulado es ayudar a una persona a seguir a Jesús» (Col 1:28, 3:16). Al hacer discípulos estamos formando adoradores. Muchas veces no nos gusta el discipulado porque tiene un costo qué pagar. Es arduo, implica ser un modelo para la vida de otras personas. Se requiere invertir nuestra vida en las personas, requiere tiempo y esfuerzo. Muchos movimientos optan por un modelo de crecimiento acelerado.

El Señor no sólo habló de discipular sino también de bautizar. La obra del evangelio no se cumple aparte de la iglesia local, la gran comisión se debe llevar a cabo en el marco de la iglesia local. El modelo que Pablo presenta es establecer ancianos calificados (Hch 14:23). En la gran comisión, el Señor Jesús exhorta a enseñar a otros a guardar la Palabra de Dios. No sólo imponer una serie de mandamientos sino a guardar la escritura, aprender a aplicar la enseñanza del Señor.

3. Los medios humanos para la obra misionera.

Dios nos ha dado el privilegio de participar en la obra misionera (Hch 11:23-26). Los hermanos llamaron a Saulo por su preparación teológica para participar en la enseñanza. (Hch 14:22) Pablo haciendo discípulos les enseñaba a perseverar, pero también establecían ancianos (Hch 14:23). 1 Timoteo 3:1 nos muestra las cualidades de un anciano. Cuando había ancianos calificados, entonces Pablo establecía iglesias.

(Hch 20:26-28) Es importante estar entrenados en todo el consejo de Dios. Presentar a Cristo como él mismo se presentó. Este es el modelo del apóstol Pablo.

La estrategia del Señor era orar para que Dios enviara obreros a su mies. Él mismo nos enseñó el modelo pasando tiempo con doce discípulos. Por eso cuando predicaron, todos reconocieron que ellos habían estado con Jesús. En Lucas 24:25-27 Jesús les enseñó la teología Bíblica, conectando cada libro con Jesucristo y su obra de redención. Nosotros también debemos estar preparados para presentar a Jesucristo como él es, eso requiere preparación teológica. Hablar la doctrina trae avivamiento (Luc 24:32).

En Efesios 4:11 vemos cómo Dios dio maestros como regalos para cumplir la gran comisión. Se requiere maestros y predicadores.

¿Cuantas veces descuidamos la lectura sistemática de la Palabra de Dios? ¿Cuántas veces hemos dejado la instrucción teológica? Dios quiere que crezcamos en convicción, carácter y capacidad. El entrenamiento al igual que el discipulado tiene un precio que pagar.

4. El motor de la obra misionera (Mat 28:20)

El Señor ha prometido estar con nosotros todos los días, ese es el motor de la obra misionera. Podemos pasar los problemas de cada día pero acompañados con la promesa de que su gracia es suficiente, él ha dicho «no te dejaré ni te desampararé» (He 13:5).

Debemos reclutar obreros intencionalmente, que tienen el ánimo, cualidades y gracia para convertirse en maestros de la Palabra. Cada siervo de Dios, no sólo debe ser como un científico sino como un médico familiar. Pero también podemos compararlos con un padre, que aunque sus hijos han salido de casa, él custodia algunas cuestiones de la vida de sus hijos.