30 de Noviembre del 2014 | Iván Bernal
Se puede definir la generosidad como la desprendimiento para dar y sacrificar. La Biblia nos dice que es una gracia dada por el Espíritu Santo para ayudar a otros. Es un regalo de Dios porque no todos adquieren ese grado de auto-sacrificio y generosidad.
Se extiende de varias virtudes alcanzadas. Cuando se ha logrado una fe, amor y gozo, entonces habrá generosidad. No puede haber generosidad si no se tienen estas virtudes. Los fariseos hacían tocar trompetas para llamar la atención cuando daban. Hoy en día hay famosos que dan gran cantidades para ayudar alguna causa pero sólo para ser reconocidos y aplaudidos. Muchas veces damos porque queremos recibir algo a cambio. Esta es una falsa generosidad y bondad. La generosidad genuina sólo puede venir del Espíritu Santo.
(2 Cor 8:1) Las Iglesias de Macedonia no era un lugar de muchos ingresos. Pero aún a pesar de la condición humilde de los hermanos, sus aportaciones sin embargo eran más grandes (2 Cor 8:2). Si hacemos análisis de personas que dieron ofrendas importantes, encontraremos que las personas más humildes daban más. La viuda que dio sus dos dracmas, así también la mujer que ungió los pies de Jesús.
I. La generosidad es la extensión de una fe admirable (2 Cor 8:2).
Los cristianos eran rechazados por su fe. No tenían estabilidad ni social ni económica. Sin embargo tenían confianza en Dios, en su suficiencia y sustento.
A. Demostrado en Dependencia absoluta. A nosotros nos gusta tener la imagen completa. La fe no necesita tener demasiada información con lo que va a suceder, como en el caso de Abraham, pero si se necesita información sobre quién es Dios. Cuando tenemos contacto con Dios, comenzamos a confiar.
B. Demostrado en esfuerzos anormales. La ley exigía el pago de ciertas ofrendas y ritos. Pero cuando llegamos a la gracia, Dios demuestra su amor sin reservas, entonces entendemos que el 10% es muy poco con lo que hemos recibido. Algunos daban el diezmo por compromiso y obligación, y otros por amor. Cuando el amor había abarcado el corazón de los creyentes en la iglesia primitiva, el dar no fue problema pues vendían sus heredades y todo lo que tenían.
II. Es la extensión de un gozo abundante (2 Cor 8:2, 7).
A. Demostrado en gratitud atributiva. El lavar los pies era un gesto cordial con los visitantes. Esto fue algo que aquel fariseo no hizo y la mujer que ungió sus pies estaba mostrando agradecimiento. La generosidad se da naturalmente cuando hay gratitud. Una persona agradecida corresponde dando alguna cosa.
La generosidad abarca algo más que lo económico. Esto es un tema que no se trata en las iglesias por el fraude que otros han hecho en las iglesias. Sin embargo es un tema que se tiene que tocar. No sólo el dar es económico sino también podemos dar de nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, talento, etc. Había una frase en las iglesias pequeñas: «Hazlo como sea, al fin que es para el Señor». Esa mentalidad trajo mucho sufrimiento en las iglesias. Sin embargo, puesto que es para el Señor, merece nuestro mayor esfuerzo.
B. Demostrado en prioridades ajustadas. La vida tiene prioridades. Jesús le recuerda a sus discípulos que la vida es más que la ropa. A veces por nuestro corazón engañoso, pudiéramos dar prioridad a cosas que no las tienen. No tiene sentido cuando un padre o una madre se compra cosas, ropa, zapatos, etc, cuando sus hijos no tienen que vestir y qué comer. Como humanos nuestras prioridades están distorsionadas.
También hay prioridades de acuerdo a nuestra vida interna. Jesús se enfocaba en las necesidades físicas pero mucho más en las espirituales. Somos más compuestos por espíritu que por cuerpo. Pablo dijo a Timoteo que el ejercicio físico para poco es provechoso comparado con el ejercicio espiritual. Muchas veces nos preocupamos más por lo físico que por lo espiritual, lo exterior que lo interior. ¿En qué invertimos nuestro ingreso, esfuerzo, talento y disposición?
III. Es la extension de un amor aplicable (2 Cor 8:8-9)
Alguien dijo que la mayor muestra de amor es el dar. La generosidad se extiende por tener amor. Invertimos en las personas que amamos (2 Cor 8:9). La manera en que damos demuestra la manera en la que amamos. Cuando amamos a los demás, las necesidades de otros llegan a ser más importantes que las nuestras. La generosidad no sólo se muestra en las atenciones, sino en aquellas cosas que estamos dispuestos a hacer por la obra de Dios.
A. Demostrado en palabras animadoras. Algo que animaba a Pablo, eran cartas que que lo animaban en la cárcel. El amor sí se expresa en palabras y dichos. En la consejería de matrimonios se nos enseña de las necesidades del hombre y la mujer. El afecto que busca una mujer es en escuchar los sentimientos de su cónyuge. Son importantes las palabras. No es correcto reservarnos todo el tiempo con las personas que apreciamos. Las palabras tienen un gran poder, pueden ser como una manzana de oro con figuras de plata o pueden ser como una espada.
B. Demostrado en hechos de auto-sacrificio. (2 Cor 8:9) Dios ama al dador alegre. Aquella persona que dio las únicas monedas que tenía, valían más que aquel fariseo rico pues había sido dado con fe y amor sacrificial. Hay personas que el domingo es el único día que tienen de descanso y sirven desde temprano. No sólo del esfuerzo sino también del ingreso. Una persona generosa demuestra madurez en su vida espiritual. Las iglesias de Maedonia daban más que otros que tenían más. 2 Cor 9:5-9.
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