Este texto es una comparación entre dos clases de empleados. Mateo 24 comienza hablando sobre la venida del Señor. Menciona que algunos estarán preparados pero habrá otros que están viviendo para sus placeres y deleites. Este pasaje nos dice cómo debe ser la vida del creyente ante la venida del Señor.
El mayordomo era el encargado de supervisar el alimento. El pasaje nos dice que hay buenos y malos mayordomos. ¿Qué características tiene cada uno?
Un mayordomo responsable reconoce un Señorío
El buen mayordomo está consciente de que tiene que dar cuentas. El mal mayordomo ignora la autoridad. Otra descripción de un mayordomo es un «administrador». Fue el ejemplo de José, quiero mantuvo la confianza aún ante la propuesta de la esposa de Potifar.
El mayordomo fiel sabe que es un administrador, el mayordomo infiel piensa que él es el dueño. El mal administrador es caracterizado por el egoísmo. Es el humanismo en el que vivimos en nuestros días. Todo lo que el hombre hace sin tener en cuenta a Dios es pecado y está encaminado a la destrucción.
Gen 1:28; 2:15 Nos recuerda que la relación íntima que Dios quería con su pueblo. Estas son responsabilidades que Dios está dando al hombre. La mayordomía exige rendir cuentas a un superior.
El creyente es movido a agradar al dueño y amo de nuestras almas (Rom 6:3-6, 11-14).
Cuando reconocemos esta autoridad nos sometemos de dos maneras. Primero encontramos la sumisión por fe. Muchas veces sólo creemos lo que nos gusta creer. Cuando tomamos malas decisiones es cuando hay incredulidad en su corazón. Esto sucede cuando dejamos de creer en la suficiencia de Cristo. Sin embargo la sumisión por fe se distingue por una actitud de gozo (Lc 1:45-48).
El mayordomo responsable rinde un servicio.
Una manera de describir el carácter de un mayordomo es «siervo». Es la misma descripción que María hace de sí misma. Es la misma frase que uso Samuel cuando Dios le llamó. ¿Cuándo fue la última vez que oramos pidiendo la voluntad del Señor, dispuestos a hacer lo que Dios quiera?
Somos mayordomos del tiempo y los recursos que tenemos. Un día vamos a morir y sería bueno evaluarlos pensando ¿y qué si hoy es mi último día? No debemos preocuparnos por cuánto vivimos sino por cómo estamos viviendo. Dios nos ha dado el tiempo y la vida para darle la gloria a Dios.
Somos también mayordomos se nuestro cuerpo. El creyente debe tener una convicción de cuidar su cuerpo pero también es el cuidar de nuestra integridad. El creyente tiene deberes, y el mayordomo fiel y prudente administra sus bienes de acuerdo a las metas eternas.