Mi socorro viene del Señor

La vida del hombre a causa del pecado, siempre ha estado rodeada de enemigos, de malhechores, de traiciones, sin sabores, de vanidades. El ser humano una vez que se ve sobrepado por las tempestades de la vida, y le inunda el temor y la zozobra, busca su seguridad en algo fuera de sí mismo. Acudimos a los falsos dioses que nos prometen seguridad, de hecho esto es lo que más prometen los políticos, una ciudad segura, pero siempre terminan defraudándonos y nos preguntamos ¿de dónde vendrá mi socorro? ¿Cuál debería ser nuestra respuesta confiada?

Mi socorro viene del Señor porque:

1. Es el guardián que trasciende el mundo (cielo y montañas)

Al considerar su viaje por las colinas hacia Jerusalén, el salmista peregrino preguntó: « ¿De dónde vendrá mi socorro?». Encontró la respuesta en la afirmación de su fe, en el Señor que hizo los cielos y la tierra. Sal 78:68-69; Sal 124: 8 Nuestro socorro está en el nombre de Jehová que hizo el cielo y la tierra. La seguridad del creyente está en la presencia del Señor, quien es superior a las mismas montañas de Jerusalén.

Jesucristo prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo a través de la morada de su Espíritu.

Si Dios trasciende todo lo creado, no debemos poner nuestra confianza en ningún bien material de tal manera que seamos seducidos por el pecado de la avaricia. Antes bien como el autor de Hebreos señala, debemos estar contentos con lo que tenemos, porque nuestro socorro viene del Señor. (Hebreos 13:5-6)

2. Es el guardián que trasciende el tiempo

(1 Rey 18:27, Is 40:28) La seguridad física fue una promesa del Pacto Davídico, Jesucristo demostró como el verdadero Hijo de David, el Rey de Israel, demostró confiar plenamente en las promesas de su Padre. (Sal 91:11-12) La protección del Señor es superior a la de los centinelas que guardan la noche. (Sal 127: 1-2) Los creyentes de cada edad, pueden leer este Salmo para aprender que nada puede dañar a un hijo de Dios, excepto si el Señor lo permite (caso de Job y el Mesías). Sin embargo, a la luz de las muchas referencias en los Salmos al futuro mesiánico, estos Salmos deben leerse como un cumplimiento literal para entonces.

1 Pedro 1:3-13 Dios nos guarda por medio de su gracia para perseverar en fe y soportar aun las aflicciones y tentaciones de esta vida hasta el día de Jesucristo.

3. Es el guardián que trasciende los astros (vv. 5-6)

(Éx 13:21) Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche (Sal 91; Is 4:5-6).

4. Es el guardián que trasciende la maldad

La guerra más encarnizada es en contra del pecado que mora en nosotros. El pecado siempre nos conduce a confiar en nosotros mismos o en los ídolos de la creación, y nos lleva lejos de la comunión y confianza plena en el Señor lo cual es la tragedia más grande que le puede acontecer a una persona.

Nuestro seguro refugio aun ante el terrible enemigo de la maldad, está en la comunión dependiente del Señor (2 Cor 12:9; Mat 6:13, Rom 8:28, 35-39).

Conclusión:

Cuando la ansiedad y el temor nos embargan, debemos exhortar a nuestra propia alma a confiar en las promesas divinas de seguridad en su presencia. Aunque en este mundo sobreviene la aflicción podemos confiar en que nada se escapa del control y propósitos del Señor. Estos dardos no nos pueden derrotar, al contrario, nos llevan a la comunión y deleite de la presencia del Señor. Nos hacen más resistentes y nos llevan a poner la mirada en el reino eterno, en donde finalmente el verdadero Rey, Jesucristo, habrá destruido a todos sus enemigos y conducirnos a la Jerusalén celestial, la ciudad segura.

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