Sansón es uno de los personajes más conocidos en la Biblia. Seguramente todos los niños han escuchado la historia de este hombre que tenía una fuerza casi como de un superhéroe. Algunos cuando leemos su historia, vienen a nuestra mente algunos personajes de la mitología griega como Hércules o Aquiles. Sin embargo la historia de Sansón no es un cuento o mitología, es una historia real.
En este capítulo no nos vamos a adentrar en la historia misma del personaje sino que vamos a estudiar el contexto de la condición de la nación de Israel que hizo necesario el nacimiento del libertador, un hombre tan extraordinario como Sansón. V. 1 Esta frase no es nueva, la hemos visto en todo el libro de Jueces. Recordemos que el tema del libro es: «Espiral en declive», vemos el avance en la decadencia del pueblo de Israel en varios ciclos. La historia de Sansón nos representa el último ciclo, siendo este el último Juez en la historia de este libro.
Como el título nos indica, este capítulo trata acerca de nacimiento de Sansón. Y quisiera que notemos cómo la gracia de Dios es central en el desarrollo de la historia del nacimiento de Sansón y la futura liberación de Israel.
1. GRACIA EN LA REBELDÍA
El pasaje comienza mostrándonos la decadencia moral y espiritual de la nación de Israel. Se nos dice que volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor, como resultado Dios los entregó en manos de los filisteos durante cuarenta años. Esto no parece ser diferente a las ocasiones anteriores donde hicieron lo malo y fueron entregados a sus enemigos. Pero este es en realidad el problema, la obstinación descarada de rebeldía en contra de Dios se muestra en su recurrente búsqueda en el placer del pecado y su desprecio por Dios. Esto nos muestra lo bajo que habían caído, pues a pesar de haber visto la mano liberadora de Dios y su gracia al responder ante su clamor por la opresión, vemos como vez tras vez vuelven a hacer lo malo ante los ojos de Dios.
En la Biblia esto se conoce como «impenitencia», que significa mantenerse firme en hacer lo malo a pesar de la advertencia o la ayuda de otro. Un ejemplo de esto lo vemos en las palabras de Jesús hacia las ciudades de Tiro y de Sidón:
«Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti«. (Mat 11:20-24)
No se usted pero cuando leo estos versículos me quedo con la boca abierta. ¿Más tolerable el castigo para Sodoma y Gomorra? ¿Habrían permanecido hasta hoy? ¿En serio? ¿Sabes tú lo que hacían en ese lugar? Ahora, ¿Qué es lo que hace la diferencia? ¡La gracia de Dios! El Señor había dado a Corazín, Betsaida y Capernaúm una oportunidad que Sodoma y Gomorra no tenía, escuchar y ver la gloria del mismo hijo de Dios. Entre más gracia recibamos más se nos va a demandar. Entre más gracia recibimos, tenemos más responsabilidad delante de Dios.
Piense en Hebreos 11, es una lista extraordinaria de hombres de fe, y se nos dice: «que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros«. (He 11:33-34)
Señor, estos hombres hicieron tantas cosas pero déjeme decirles algo, ninguno de ellos tenía una Biblia. Ninguno de ellos había recibido la presencia permanente del Espíritu Santo, ninguno de ellos tenía una iglesia donde congregarse para crecer como parte del cuerpo de Cristo ¡¿Qué de nosotros?! ¿Puede ver el punto? A pesar de haber recibido tanta gracia somos la generación más apática de cristianos. Recuerde que entre más hayamos recibido más se nos demandará.
Muchos no pasamos de una vida espiritual mediocre, no oramos como debemos, no leemos y meditamos la Biblia como debemos, no participamos activamente en el avance del evangelio compartiendo con otros como debemos. Venimos a la iglesia a escuchar la predicación domingo tras domingo, volvemos a casa con la misma actitud y corazón no arrepentido. Cuántas veces sabemos lo que debemos hacer y no lo hacemos. Cuántas veces decimos conocer a Dios y seguimos albergando un pecado oculto en nuestro corazón. Pensemos por ejemplo en la gran comisión, se nos ha dicho: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda creatura», pero preferimos nuestro cristianismo tibio de domingo por la mañana, calentando bancas en vez de involucrarnos en alguna misión de la iglesia, o compartir el evangelio con mis vecinos por lo menos.
Pero todo ese conocimiento será simplemente un testigo contra nosotros en el día del juicio de toda la gracia que hemos recibido y no nos hemos arrepentido.
«Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá». (Luc 12:47-48)
El pueblo de Israel se encontraba en la misma actitud de obstinación y rebeldía, pues volvieron a hacer lo malo a pesar de toda la gracia que habían recibido.
Ahora quiero que notemos algo ¿cuál es el patrón de conducta en la decadencia espiritual de la nación de Israel? Son cuatro cosas: Pecado, Consecuencias, Clamor, Liberación. Cuando leemos versículo 1 y 2 encontramos tres de ellos, ¿cuál falta? ¡Clamor! Los siguientes 3 capítulos nos hablan acerca de la liberación pero no vemos al pueblo de Israel clamando. Esto nos enseña la terrible dureza de su corazón de los israelitas, que ya ni siquiera clamaban a Dios. Ya no pedían perdón y buscaban misericordia. Ya se habían acostumbrado a vivir con su pecado y las consecuencias de este.
Hermano, no juegue con el pecado, eso es algo peligroso. Charles Leither dice que el pecado es Endurecedor, entre más lo práctica menos le molestará. Es lo que 1 Timoteo habla sobre tener cauterizada la conciencia. Y cuán fácil es volver a caer en los mismos pecados, pero si no cambiamos ese patrón de conducta, entre más caemos en el pecado menos nos molestará.
Pero Dios iba a traer salvación, no porque los israelitas lo merecieran, mucho menos porque lo pidieran, sino por la gracia y misericordia de Dios. GRACIA PARA EL REBELDE. Y déjeme decirle que no importa que tan profundo este en el pecado, hay gracia para usted. ¡Vuélvase a Dios! ¡Deje su pecado y siga a Cristo! Y si no lo haces dice Pablo que «por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios» (Ro 2:5). Un día esa gracia no estará, ¡hoy es el día de salvación! Arrepiéntete, dale la espalda a tu pecado y vuélvete a Cristo.
2. GRACIA EN LA DEBILIDAD
Ahora se nos presenta a los padres de Sansón, Manoa y su mujer. No se nos dice el nombre de ella pero el escritor se enfoca en su condición de esterilidad, pues menciona nunca había tenido hijos. En la cultura bíblica se veía a la mujer como portadora de la vida, casi este era su propósito como mujer. Cuando una mujer no podía tener hijos era menospreciada, marginada y tachada de tener un vientre seco e incapaz de llevar a cabo el propósito por el cual había sido diseñada.
Cuando usted ve en la Biblia a alguien débil y marginado, tenga por seguro que Dios va a hacer algo. Pensemos en las mujeres estériles de la Biblia, una de ellas fue Sara. Ahora, ella no sólo era estéril sino anciana, el problema era peor. Pero el Señor decidió usarla para traer a Isaac el hijo de la promesa. Después Isaac tuvo una esposa llamada Rebeca ¿y adivine qué? ¡También era estéril! Pero Isaac oró por ella y concibió dos hijos, pero Dios había escogido a Jacob que después se llamaría Israel, de donde vendría toda la nación y las doce tribus. Más adelante una mujer llamada Ana, era estéril, pero derramó su corazón delante de Dios y el Señor le escuchó, y dio a luz un hijo a quien dedicó Dios. El niño se llamaba Samuel. Una última mujer fue Elizabeth, Dios obró en su condición y trajo a Juan el Bautista.
Pero esto es lo asombroso, Dios se goza en usar personas débiles viles y marginadas. ¿Qué dice Pablo en 1 Corintios 1:26-29? «Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia».
Nunca verá usted a alguna de estas mujeres jactándose de ser buenas madres, porque están conscientes de que lo que pasó en ellas fue producto de la obra y la gracia de Dios. Y Dios es glorificado. Todo lo que tú puedes hacer, no es producto de tus habilidades, talentos, capacidades o preparación académica, es por la gracia y el favor de Dios.
El ángel de Jehová se aparece a esta mujer y hace una afirmación que no debemos pasar por alto (v. 3). Le recuerda su condición a esta mujer pero no para humillarla sino para decirle que Dios sabía por lo que estaba pasando. Sus problemas y nuestros problemas no son ajenos a los ojos de Dios. Y ahora Dios le da la promesa (Jue 13:3).
(Jue 13:5) La Biblia nos dice que el niño que nacería sería nazareo desde su nacimiento. La palabra viene del griego NAZAR, que significa «separar, consagrar». La mujer debía adoptar un estilo de vida separado para que su hijo también estuviera separado desde antes de nacer. Dios lo había consagrado para ser usado por él. La narración enfatiza cómo este libertador que iba a nacer sería un regalo de la gracia de Dios para el pueblo de Israel, pues dice que «él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos» (V. 5).
Pero la condición de esterilidad de esta mujer es también una ilustración del estado en el que se encontraba la nación de Israel, pues así como su vientre estaba seco y sin vida, los israelitas también se encontraban muertos y sin vida espiritual. Dios haría una obra sobrenatural al dar vida en el vientre de la mujer y es lo que haría también a la nación de Israel.
Hermanos esta es nuestra condición espiritual sin Cristo, estamos muertos e nuestros delitos y pecados. No necesitamos religiosidad, necesitamos una obra sobrenatural de Dios a través de su Espíritu trayendo vida a nuestros huesos secos y muertos.
Pero permítame decirle que sí usted está aquí hoy y es un verdadero creyente, verdaderamente has puesto tu fe en Cristo, necesitas recordar que Dios también te ha apartado a ti. Dios nos llama a ser santos (1 Pe 1:15-16). La palabra «santo» es similar a Nazareo, habla de ser apartado o separado para un uso especial. ¿Cuál es nuestro llamado? 1 Pedro 2:9 Anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Cuando no andamos en santidad, cuando no nos apartamos del pecado deshonramos a Dios y no le glorificamos.
Hay gracia para los débiles como una mujer estéril, y una persona como usted y como yo. Cuando reconocemos nuestra condición y nuestro llamado de glorificar a Dios.
Hay gracia en la debilidad, pero también hay gracia en la incredulidad
3. GRACIA EN LA INCREDULIDAD
El último punto lo vemos en la vida de Manoa. El hecho de que Dios hubiera escogido a este hombre y su esposa no quiere decir que ellos eran perfectos, de hecho Dios los escogió por esto mismo. El problema que vemos en la esposa de Manoa es la esterilidad y el problema en el mismo Manoa es la incredulidad. No me refiero a que fuera un inconverso como tal, sino que a través de la narración resaltan momentos de duda ante la promesa de Dios.
Vs. 6 y 7 Vemos cómo su mujer va y le cuenta a visión a su marido. Manoa hace algo que parece espiritual, él ora al Señor, y en su petición el pide que aquel ángel vuelva a venir para saber lo que harían con el niño. Una pregunta ¿no les había dicho el ángel lo que tenían que hacer? ¿Por qué quería escucharlo de nuevo? De cualquier forma, Dios en su misericordia atiende a su oración (v. 9) pero no se le aparece a él sino a su esposa cuando él no estaba, ella corre a decirlo a su marido y Manoa se encuentra con el ángel.
Versículo 12 nos revela lo que hay en su corazón. Él pregunta: «¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?». Manoa desea saber los detalles, no estaba conforme con las indicaciones que Dios le había dado. El bebé aún no nace y él quiere saber qué cómo, cuándo, dónde, ¡Todo! Él desea que Dios le describa paso a paso lo que tiene que hacer. Pero no es la manera de obrar de Dios. Lo que Manoa tenía que hacer es obedecer a lo que Dios ya le había revelado.
¿Y cuántas veces hacemos lo mismo? Vamos a la consejería con el pastor porque queremos saber cómo arreglar nuestro matrimonio, cómo lidiar con mi hijo rebelde, cómo, cómo, cómo; Y en resumen lo que el pastor nos dice es «lea su Biblia». Hermanos, no podemos hacer la voluntad específica de Dios si primero no obedecemos su voluntad revelada. Muchas veces vamos a Dios con un millón de preguntas: con quién me casaré, que decisión debo tomar, a qué escuela debo ir, etc. Así que abrimos la Biblia pero no encontramos lo que buscamos. ¿Ha revelado Dios su voluntad en la Biblia? déjeme darle algunos ejemplos:
- Hch 17:30-31 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia.
- 1 Ti 2:4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
- Ro 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
- 1 Jn 2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo…
- 1Ts 4:3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;
- 1Ts 5:18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
Cuando tú vives la Palabra, obedeciendo y siendo transformado por ella, Dios te da la sabiduría para tomar decisiones en tu vida diaria que se ajustan al carácter de Dios revelado en la Biblia. Manoa debía entender esto. Él necesitaba caminar por fe, pero para hacerlo debía crecer en su conocimiento de Dios. Ahora el Señor hace algo para que Manoa lo conozca de una manera más personal. Primero rechaza su ofrecimiento y lo motiva a la adoración. Manoa debía mantener su enfoque en Dios como el único objeto de su adoración, porque seguramente se vería tentado a maravillarse por el ángel visible y no en el Dios invisible.
Después Manoa hace una pregunta osada ¿Cuál es tu nombre? Vemos la fascinación de Manoa por el ser en sí y no precisamente por el Señor. Pero la respuesta no deja lugar a dudas de que aquel varón era más que un ángel, un profeta o una simple visión, era Dios mismo. Admirable también significa «incomprensible» o «maravilloso». Dios personalmente viene a Manoa para ayudarle a vencer su incredulidad.
Esta escena es Dios diciéndole a Manoa: «Mira, mucho más importante que saber todo lo que tienes que hacer paso a paso, debe ser conocerme». Jeremías 9:24 dice: «Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová…». Y aquí vemos cómo a pesar de la incredulidad de este hombre, Dios toma la iniciativa en revelarse y darse a conocer para fortalecer la fe de aquel hombre, porque lo que más va a fortalecer nuestra fe es conocer el carácter de Dios, crecer en el conocimiento de nuestro Dios. Es saber quién es el que está en la barca con nosotros a pesar de que los vientos de la tormenta soplen fuerte. Necesitamos creer y confiar en él.
(V. 22-25) Al final de esta historia vemos cómo Manoa todavía dudaba, pero Dios iba a cumplir su promesa.
CONCLUSIÓN
Este es el contexto en el cuál ese libertador llamado Sansón nacería. Un contexto de mucha gracia. Tristemente todos nosotros conocemos cómo sería Sansón, un hombre rebelde, desobediente a sus padres, débil con las mujeres, de carácter arrebatado y que no cumpliría su voto nazareo. Al final de su vida encuentra la fe, y a pesar de estar en una triste condición, cumple el propósito de Dios en dar liberación al pueblo de la opresión filistea.
Si este fuera el final de la historia no habría mucha esperanza. Imagínese tener tal clase de libertador. Sin embargo esta historia nos transporta a más de mil años adelante donde otro libertador nacería. Nuevamente un ángel anunciaría el nacimiento de un niño a un hombre y a su esposa.
Mateo 1:22-23 nos narra esto: «Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros».
Este libertador no salvaría a su pueblo de la opresión filistea sino de la opresión de un enemigo más peligroso llamado «pecado». Pero no sería cualquier libertador, Jesús es Dios mismo hecho carne, él es el Dios con nosotros. Él vino para vencer nuestra rebeldía obstinada hacia Dios; Cristo puede vencer también nuestra debilidad, pues estamos muertos en nuestros pecados; Pero Cristo también puede vencer nuestra incredulidad. Él es el libertador que necesitamos.