Esta historia es una parábola de nuestro llamado a ser pescadores de hombres (5:1-3). Jesús pidió utilizar unas barcas, y lo que era un medio para navegar, se convirtió en un instrumento para el evangelismo, él estaba proclamando la Palabra de Dios. (5:4-7) Ahora Jesús va a declarar su autoridad sobre los peces e incluso sobre Simón mismo. Jesús hace que de un lugar donde no había esperanza, se obtuviera una pesca de tan grande cantidad que las redes se rompían. Todo esto sucedió por la palabra poderosa de Dios.

Se nos dice que atraparon una «gran cantidad de peces» (pletos), esta frase se puede traducir como «multitud de peces». ¿En dónde acabamos de ver esta misma palabra? (v. 3) Jesús les está diciendo: «¡Los peces están ahí! Yo tengo la autoridad, ahora yo quiero usarte a ti para atrapar esos peces». (5:8-11) Jesús ahora llama a los discípulos a pescar hombres. Este mismo llamado está vigente hoy, para todos aquellos que creen y confían en él.

¿Qué se necesita para ser un pescador de hombres?

1. ENSEÑA LA PALABRA (5:1-3)

Si pasamos la primera escena a la parábola de la pesca, podemos ver que Jesús es el pescador; Las multitudes son los peces; ¿Y qué función tiene la predicación de Jesús, la Palabra de Dios? Es la carnada. Muchas personas utilizan otros métodos y técnicas modernas para atraer a las personas (un evento, un show, un programa llamativo, plan de marketing, música moderna, etc.). El problema es que estos métodos son como las hojas que hechas al arroyo; Las personas quizá vendrán por un tiempo, pero después se irán. Te verás forzado a siempre estarles dando algo para mantenerlos entretenidos. Paul Washer dijo: “Si usas métodos carnales para atraer gente a la Iglesia, vas a atraer gente carnal, y entonces tendrás que utilizar medios más carnales para mantenerlos en la Iglesia”.

¿Por qué utilizamos toda clase de técnicas para llegar a las multitudes? Porque no creemos que la Palabra de Dios sea suficiente.

Jesús enseñaba la Palabra a las multitudes. La palabra de Dios, al igual que los peces en el arroyo, es lo que debe atraer a las personas. Al tirar el pan, no se acercaban las ranas o las iguanas sino los peces. Reparte el pan, y el que tenga hambre vendrá. Y si predicamos la palabra, tenga por seguro que esas personas permanecerán.

La gran comisión también es un llamado a enseñar todas las cosas que Jesús nos ha mandado (Mat 28:20). Esto no es una cuestión de 4 pasos para ir al cielo, o «repite esta oración y serás salvo», cuando estamos evangelizando, va a implicar muchas enseñanzas, muchas veces, muchas visitas. Pero en todo esto, predique la Palabra.

2. OBEDECER AL SEÑOR (5:4-6)

Jesús le dijo a Simón que intentara echar nuevamente sus redes. Si él no hubiera obedecido, probablemente no habrían atrapado nada. Había muchos inconvenientes: Ya habían desembarcado, ya estaban lavando sus redes, estaban cansados por la desvelada, pero principalmente que ya lo habían intentado y no habían atrapado nada. Jesús pudo haber hecho que los peces saltaran directamente en la barca, pero él no suele actuar de esa manera. Él nos llama a ser instrumentos para la pesca.

Vemos que Pedro obedece a medias, probablemente porque otros le estaban observando, no lo sabemos; Pero gracias que Jesús tomó esa obediencia a medias e hizo el milagro.

Hermanos, muchas veces podemos poner muchas excusas para no evangelizar. Estoy cansado, no tengo tiempo, no sé cómo hacerlo, ya lo he intentado antes y no ha funcionado. Pero déjeme decirle algo, muchas veces no parecerá ser el tiempo perfecto, y nuestros corazones quizá estarán desanimados para hablar de Cristo. Sin embargo si usted obedece habla de Cristo, tarde o temprano él hará el milagro. Cristo honra cuando nos esforzamos por obedecer la gran comisión.

3. DEPENDER DE SU GRACIA (5:7)

Pensemos un poco en lo que ha sucedido. ¿Cuánto tiempo estuvieron pescando? ¡Toda la noche! ¿Cuántos peces habían atrapado? Ninguno. Este es el problema, cuando intentamos pescar en nuestras propias fuerzas, siguiendo nuestros propios métodos, nunca veremos resultado. Pedro dijo: «pero porque tú lo pides, echaré las redes» (v5 LBLA). Cuando Pedro dejó de confiar en su sabiduría, su habilidad y experiencia para la pesca, y confió en la Palabra de Dios, entonces pudo ver la gracia de Dios obrando. Cuando Pedro dejó su cansancio, su desánimo y apatía, y echó las redes, entonces pudo ver el milagro.

Debemos depender de la gracia y el poder de Dios, porque al final será el Señor el que haga la obra en los corazones. «…estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía» (Hch 16:14). Dios soberanamente trajo a esos peces, Pedro confiar en la Palabra soberana de Jesús y Dios haría la obra.

Hermanos este es también nuestro llamado, la obra no es nuestra, la salvación no es nuestra, la salvación depende del Señor.

4. HUMILLARTE AL SEÑOR (5:8)

Vemos que la respuesta más adecuada a la gracia de Dios es la humillación, porque reconocemos quién es Dios y quiénes somos nosotros. Pedro sabía que esa pesca no había sido suya. Pero es interesante sus palabras, dice que: «cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador». Pedro no está diciendo: «Wow, mira ya tengo la vida resuelta. Jesús me puede ayudar cada vez que tenga una mala pesca. Este es un gran negocio, me voy a hacer rico vendiendo peces si tengo a Jesús se acabaron mis problemas». ¡No!

Pedro miró la gracia, y se sintió indigno de ella. Jonathan Edwards decía: «Un amor verdaderamente cristiano, ya sea para Dios o para los hombres, es un amor humilde y quebrantado. Los deseos de los santos, aunque fervientes, son deseos humildes: su esperanza es una humilde esperanza; y su alegría, incluso cuando es indescriptible, y llena de gloria, es una alegría humilde, desconsolada, y deja al cristiano más pobre en espíritu, y más como un niño pequeño».

Pescadores engreídos contradicen el mensaje de la Palabra de Dios. Debemos comenzar a ver nuestra condición y sentirnos indignos de cada bendición que tenemos, especialmente la salvación. Y entonces Dios puede tomarte y comenzar a hacer algo.

5. ATESORAR A CRISTO (5:9-11)

Pedro está paralizado y asombrado por la persona de Cristo. Pedro dijo: «Soy pecado» y esto eran buenas nuevas para Pedro porque la misión de Jesús en la tierra era la de morir por los pecados de su pueblo. Por eso él puede decirle: «No temas…». El Señor Jesús llama a Pedro y a los otros discípulos a pescar hombres ¿Y qué hacen ellos? (v. 11) Lo dejaron todo y le siguieron.

Piense en las implicaciones que esto tenía. Iban a dejar a sus familias, sus casas, posesiones, trabajo, etc. Quizá las personas les preguntaban: «¿De qué vas a vivir? ¿Cómo le vas a hacer?».

«Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (Luc 14:33).
«Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo» (Mat 13:44).

¿Por qué ellos tomaron esa decisión? Porque vieron a Cristo como algo más valioso que cualquier otra cosa. Porque conocer y seguir a Jesús era más valioso incluso que sus propias vidas. Nosotros también somos llamados a seguirle, y quizá no vamos a dejar nuestras casas o trabajos como los discípulos, pero sí tenemos que hacer sacrificios ¿Por qué? porque él es digno, porque Dios lo merece.

Vamos a tener que sacrificar nuestra comodidad, nuestro tiempo para poder ser pescadores de hombres. Si usted no está dispuesto, ¿entonces cuál es su función aquí? ¿Llenar bancas? ¿Ser un cristiano de domingo?

¿Estás siguiendo a Jesús? ¿Verdaderamente él es tu Señor y Salvador?

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