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Preparados para la navidad

Estamos entrando en esta etapa del año donde todos comienzan a poner lucecitas en sus casas, cuando va al supermercado verá a la entrada varios estantes de esferas y decoraciones navideñas; algunos ya traen un pinito sobre sus carros, otros comienzan a hacer planes para pasar con la familia y a comprar regalos. Todas estas señales nos muestran que la Navidad ya está cerca y las personas comienzan a prepararse.

Es triste ver lo que el mundo ha hecho con la Navidad, hemos perdido el sentido de lo que realmente se trata ¿Sabe qué significa Navidad? como lo hemos enseñado anteriormente, viene de la palabra Natividad que significa: «nacimiento que da vida». Se trata sobre el nacimiento de Jesús. Tristemente el mundo ha cambiado la realidad de ese nacimiento. Hemos cambiado la realidad gloriosa del Padre celestial que nos envió el regalo más preciado: «Su hijo Jesucristo»; lo hemos cambiado por la fantasía de un hombre barbón de traje rojo que trae regalos a todo el mundo. Hemos cambiado la realidad gloriosa del plan de Dios de traer salvación del pecado, por una época de simples buenos deseos. Hemos cambiado la realidad gloriosa de la obra de reconciliación de Cristo, trayendo paz entre Dios y los hombres por medio de la sangre de Cristo, por sentimientos superficiales de paz y perdón.

Y así como el mundo se prepara para recibir la navidad falsa y superficial, el creyente debería prepararse para meditar y disfrutar lo que la navidad realmente significa. Muchos dicen que Jesús no nació en estas épocas y que el creyente no debe celebrar la navidad. Sin embargo debemos proponer algo diferente, el creyente verdadero debe celebrar la navidad, exaltando lo que está verdaderamente significa. Como creyentes debemos aprovechar esta oportunidad para proclamar el mensaje verdadero de Cristo y de su obra en la cruz. «El centro de la navidad no es el pesebre sino la cruz» – Iván Bernal

Pero también existen otros creyentes dicen que la navidad es una época bonita pero lo más importante no es su nacimiento sino su muerte. Pero no podemos separar ambas, si Jesús no hubiera nacido no podría morir, y si Jesús hubiera nacido pero no muerto, no se habría cumplido el plan de redención. Por ejemplo, existen más de 330 profecías de Jesús en el AT, y más de la mitad de ellas tienen que ver con su nacimiento: Que sería de la simiente de la mujer, que nacería de la tribu de Judá, nacería en Belén, nacería de una virgen, etc. Así que tampoco podemos restarle importancia porque hace referencia a una de las doctrinas más importantes que es la doctrina de la encarnación, de donde se deriva la unión hipostática y el nacimiento virginal.

¿Por qué hablar de la navidad si apenas estamos a principios del mes? Primero porque no me tocará predicar de aquí a fin de año. Sin embargo, porque es importante preparar nuestros corazones para meditar y honrar a Cristo de una manera diferente a la que el mundo lo hace. También porque debemos entender que el mensaje de la venida de Cristo va mucho más allá del 24 de Diciembre.

El nacimiento de Jesús se trata sobre la gloria de Dios revelada en Cristo, y esto lo vemos en tres aspectos: Pasado, presente y futuro. Su gloria antes de nacer, la gloria en su vida y ministerio, la gloria futura que será revelada.

1. La gloria de Cristo en su vida y ministerio

El primer versículo de Juan 17 nos enseña el propósito de la encarnación. «La hora ha llegado» ¿Cuál hora? Aquella por la cual vino a la tierra, aquella que hizo que Dios mismo se hiciera carne y habitara entre nosotros, la hora de ir a la Cruz y cumplir la misión que el Padre le había encomendado. «glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti’, la obra de la cruz, es la forma en la que el Hijo es glorificado y glorifica a Dios, es decir, la cruz muestra perfectamente la gloria y la sabiduría de Dios y el mensaje del evangelio. C.J. Mahaney dice que: «La cruz es el centro refulgente de la gloria de Dios».

v. 4 Durante su ministerio terrenal, Jesús había glorificado a su Padre ¿Cómo? Reflejando el carácter de Dios, de tal manera que puede decir: «el que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14:9). «A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer» (Jn 1:18). La vida de Cristo era un testimonio viviente del carácter y la gloria del Padre.

Esta es la misma manera que ha sido diseñada para nosotros, somos llamados a reflejar a Cristo y de esta manera traer gloria al Padre. Nuestra vida debe ser un testimonio viviente del Dios invisible, de tal manera que cuando alguien vea mi vida, pueda conocer algo acerca del carácter de Cristo. Esta es la razón por la que se les llamó “cristianos a los primeros discípulos”.

Y si usted no siente que su vida este reflejando a Cristo como debe, necesita ir a la Palabra de Dios y mirar a cara descubierta para conocerle más y ser transformado en misma imagen de Cristo; para vivir como él vivió, hablar como el habló y morir como el murió. Esa es la manera en la que el creyente verá la gloria de Dios, hoy en nuestros días, por medio de la Palabra de Dios. «Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido». (1Co 13:12)

¿Por qué era tan importante que Cristo mostrara perfectamente la gloria del Padre? (v. 3) Porque la vida eterna depende de conocer lo a él.

2. La gloria de Cristo en la eternidad pasada (Jn 17:5)

Vemos la relación tan estrecha que existe entre las dos personas de la trinidad: Dios el Padre y Dios el Hijo. Esta relación es tan estrecha que ellos dos son uno mismo (v. 5). La misma gloria del Padre es la misma gloria del Hijo. No podemos decir que son dos «dioses» porque la Biblia claramente nos dice que Dios es uno (Dt 6). Si usted adora a algo o alguien que no es Dios se llama idolatría, adulterio espiritual. Pero no sucede eso con Cristo porque ellos son dos sino el mismo, y comparten la misma gloria.

En Juan 1:1 es llamado el verbo de Dios, Dios y su palabra son inseparables, son el mismo. Filipenses 2:5 dice que Jesucristo es igual a Dios. Col 1:16-17 Jesús no es solo creador, sino sustentador.

Esto es lo asombroso de la Navidad, la Navidad no es simplemente una época bonita para compartir y tener buenos deseos. La Navidad se trata de una de las doctrinas más importantes de la persona de Jesús: La doctrina de la encarnación (Jn 1:14). ¡Gloria como la del unigénito del Padre!

¿Quién era Jesús antes de nacer? No era el ángel Gabriel, no era un arcángel, no era un dios similar al Padre, era Dios mismo con la misma gloria. Y por haber venido a nacer a este mundo, usted y yo podemos conocer y disfrutar esa gloria. La verdad es que se nota cuando nos estamos exponiendo a la gloria de Dios en su Palabra, en la manera de actuar, de hablar y de responder a situaciones difíciles. Es la ilustración de Moisés que Pablo usa en 2 Corintios 3:18 ¿Qué tanto mi vida refleja la gloria eterna de Cristo?

3. La gloria de Cristo en la eternidad futura (v. 20-28)

Esto abarca la época presente, es futura para el tiempo de Jesús, pero ahora también nos alcanza a nosotros (20-23)

v. 24 ¿Por qué creo Dios al hombre? Algunos piensan que Dios se sentía sólo y por eso creo al hombre: «para que estén conmigo»; pero ¿Cuál es el propósito de estar con él? ¡Ver su gloria! Este versículo expresa nuestra necesidad, no la de Dios. Dios no necesitaba de nosotros, él vivió la eternidad pasada en una perfecta armonía y compañerismo con la trinidad; Dios no nos necesita, nosotros lo necesitamos a él. Lo que Jesús ofrece es un gozo y un deleite más grande que todo lo que el mundo puede ofrecer: «él mismo».

Esta es la oración de Jesús antes de ir a la cruz, y está orando: «Padre, quiero que ellos estén donde yo esté, para que vean la gloria que me has dado». «Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada…» (1Pe 5:1). Esta es la gracia de la que hablaba Pedro cuando dijo: «Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado» (1Pe 1:13).

Pero esto no es lo único que pide, hay otra cosa que el Señor desea para nosotros (v. 26). Pensemos un poco en esta frase, Jesús no solo quiere que veamos su gloria sino que le amemos con el mismo amor que el Padre. El mismo amor que el Padre tiene por el Hijo debe ser nuestro amor por Cristo.

Esta es la respuesta correcta a la revelación de la gloria de Dios. Porque alguien pudiera conocer a Cristo, escuchar el evangelio y aun así rechazarlo. Un ejemplo de esto fue el pueblo de Israel, o los fariseos en el Nuevo Testamento. Ellos no amaron la gloria, sino que la odiaron.

¿Qué tanto amamos a Cristo? La verdad es que siempre nos quedamos con un sentimiento de culpa porque no le hemos amado como debemos. Dios nos sólo quiere que tengamos sentimientos bonitos de paz y amor en esta navidad, él quiere que meditemos en el amor de Dios por el Hijo de tal manera que amemos a Cristo con un amor profundo como el del Padre. Esto no es natural, requiere la obra del Espíritu en nuestros corazones. Requiere que clamemos a Dios para que a través de su Espíritu, él pueda ayudarnos a desarrollar esta clase de amor que trae gloria a su nombre.

¿Qué tanto nos estamos preparando para Navidad? No me refiero a comprar el pinito, los adornos y los regalos. Necesitamos estar preparados para presentar defensa de la esperanza que hay en nosotros. Listos para compartir el evangelio en un mundo envuelto en una Navidad barata. Hay un mensaje glorioso y eterno en el nacimiento de Cristo Jesús.


DEVOCIONALES NAVIDEÑOS:

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