Con el fin de poner este texto en su contexto es importante ver la carta. Esta está saturada del evangelio. En los primeros versículos Pablo nos invita a vivir de una manera Cristo céntrica apoyándose en las verdades del capítulo 1 y 2. Él introduce el capítulo 3 dando un giro hablando de la manera en la que estamos llamados a vivir, ya que nuestra vida es el resultado de entender el evangelio e nuestra vida. El empieza a invitarnos a vivir de una manera que honre al Señor.

En la medida en la que nosotros estamos identificados en Cristo, de esa manera somos llamados a vivir. V. 12-17 Debemos vestirnos como escogidos de Dios y empieza a hablarnos de la manera en la que debemos andar. El punto de partida de Pablo es nuestra identidad en Cristo. Antes de hablar del servicio primero debemos tener claro de quién somos. Dios nos está llamando a servir de una manera diferente. Nuestra identidad está firme en lo que somos y no en lo que hacemos.

Lo que hacemos no define lo que somos. Cuando nos hacemos algo que no nos gusta y nos quejamos es porque lo que hacemos define lo que somos. Muchos de nosotros buscamos servir donde somos admirados o reconocidos. Pero Pablo primero quiere decirnos quienes somos. Por eso encontramos personas inconformes porque están encontrando su identidad en lo que hacen.

Vs. 22-24 versículo 23 es un eco de 17, Pablo repite una idea porque quiere hacer un énfasis. La palabra siervo está siendo dirigida a aquellas personas que son esclavos y tenían amos. Es interesante que Pablo cuando escribe a los Efesios escribe palabras idénticas (Ef 5:5-7). Estas palabras están escritas para esclavos y aunque no nos encontramos en las mismas condiciones sin embargo el texto trae a nuestro tiempo principios que se enfocan en nuestra relación con Dios: 1. Primero, usted y yo somos siervos (dulos), esclavos de Cristo. Es la manera en la que Pablo introduce sus cartas; 2. La segunda similitud es que él es nuestro amo; 3. Una tercera similitud es que tenemos un llamado a servir.

Servir no para ser vistos

Dios nos está invitando a servir con sus estándares. De la manera que Dios ha establecido. Este pasaje es una explicación de cómo Dios nos está invitando a servir. V. 22 “no sirviendo al ojo”, Pablo hace una aclaración sobre la tendencia que tenemos cuando servimos. El problema no es ser reconocido sino cuando nuestro valor se centra en el reconocimiento humano.

No estamos llamados para servir y ser vistos. La manera de servir es servir sin esperar ser visto. Sirve de manera que tú no esperes que la gente te vea. El Señor sí está viendo, y más que el esfuerzo y trabajo es la motivación con la que servimos. Es una invitación gloriosa, es un privilegio poder servir por la causa de Cristo.

Servir con sinceridad de corazón.

El texto también nos anima a seguir con sinceridad de corazón. V. 22 Después de mencionar que debemos servir con corazón sincero, Pablo añade “temiendo a Dios”. Esto significa que cuando yo sirvo debo analizar las motivaciones de mi corazón. Cuando usted sirve ¿por qué sirve? ¿Cuáles son las motivaciones por las que usted está haciendo lo que está haciendo? Si lo está haciendo con un corazón para el Señor, no sólo la gente lo va a notar, sino que Dios que pesa los corazones va a aprobar nuestro servicio.

V. 23 no pida de vista las repeticiones, ahora habla de hacer las cosas de “corazón”. Todo nuestro ser interior debe estar dispuesto a servir. Dios quiere todo nuestro ser. Muchos de nosotros podemos servir sin ser sincero. Cuando servimos lo hacemos para el Señor y no para los hombres. Esto quiere decir que debemos servir como si estuviéramos sirviendo a Cristo. ¿Cómo cambiaría nuestra actitud de saber que tendremos la oportunidad de servir personalmente a Jesús en algún evento? Pablo nos dice “a Cristo el Señor servís”. Cuando usted y yo le servimos al cuerpo de Cristo, estamos en realidad sirviendo a Cristo. Eso debe cambiar nuestra perspectiva con la cual servimos. La invitación a servir es una convocatoria a servirle a Cristo.

Servir para la gloria de Dios

V. 24 la invitación a servir viene con una recompensa a servir al Rey de reyes. La recompensa es Cristo mismo. Ya hemos recibido la mejor recompensa que es Cristo mismo. Y lo más atractivo de esta invitación es que en Jesús encontramos la manera en la que estamos llamados a servir (Fil 2:3-11). El Señor nos invita a servir pero no sin antes darnos mostrarnos su ejemplo. Piense por un momento cómo Cristo nos ha servido, sentándonos en lugares celestiales, siendo hijos de ira ahora somos herederos del reino. Y ahora nos invita a servir de la misma manera.

Col 1:3-6 esta actitud sólo es posible cuando el evangelio ha permeado nuestros corazones. Si no lo hacemos así, el servir como Cristo nos llama nos va a parecer muy difícil. El evangelio me capacita para servir como Dios me ha llamado. Al final la invitación es ser siervos fieles que sirven con corazón sincero, a la manera de Dios y para la gloria de Dios.

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