En días pasados, al igual que años anteriores, desfilaron grandes masas de mujeres por las calles de diversos países exigiendo la abolición al patriarcado, el derecho al aborto y el cese de la violencia y el homicidio. Cuando paradójicamente el aborto es homicidio es su máxima expresión y las peticiones de estas masas de supuesto respeto y paz, fueron hechas mediante caos y violencia.
Otras marchas se han pronunciado mundialmente en donde los manifestantes exigen una supuesta igualdad de los derechos humanos, no obstante, mas bien esta influencia es una creciente ola que busca impregnar la llamada ideología de género en todas las esferas sociales, desde la enseñanza en la educación básica, hasta la reforma de las leyes civiles. Todo con la intención de imponer preferencias y conveniencias de sectores minoritarios de la sociedad.
Al meditar a cerca de estos acontecimientos, es de notar que estamos viviendo una verdadera oposición hacia las estructuras y normas fundamentales, así como a los decretos divinos del diseño original del autor de la vida.
Y es en medio de toda esta masa de manifestaciones y actuaciones es en donde surge una epidemia que al poco tiempo fue declarada como una pandemia por parte de la organización mundial de la salud, por haberse propagado a nivel mundial y ha afectado a miles de personas.
Y a pesar de que existen muchas opiniones en torno a esta información.
Como: El que la noticia del coronavirus podría ser un invento que han infundido los gobernantes a nivel mundial para ocultar algunas acciones que pueden repercutir en la economía y la estabilidad de algunos países.
O que este virus, pudo haber sido una fabricación bilógica de laboratorio por mentes retorcidas que buscan dañar a cierta población del mundo.
Es necesario fijar nuestra atención a las Escrituras para sostener un criterio bíblico y correcto de este acontecimiento. Levítico 26:14-16; Jeremías 24:10; Mateo 24:6-8
Estos textos nos confirman que las enfermedades, las pestes y las plagas existen. Existen por causa del pecado, sea cual sea el origen de una pandemia o de una enfermedad, lo cierto es, que Dios no está ausente o descuidado de estas circunstancias. Por el contrario Dios está activo, tan activo que definitivamente él está obrando por y a través de estas circunstancias.
UNA OPORTUNIDAD PARA BUSCAR A DIOS Nehemías 9:1-3
Avivamiento: Es la restauración de la vida que se ha perdido. Es el retorno de las multitudes a Dios. El avivamiento es una búsqueda de Dios. Ninguno de los avivamientos son iguales, pero hay características generales en los avivamientos. Los avivamientos no son comunes, el hombre no los puede producir, son el efecto del poder sobrenatural de Dios. En los avivamientos siempre ha habido un grupo de personas que ha intensificado su búsqueda por Dios.
También ha habido un grupo de personas en humillación personal. (Vestidos de cilicio y con polvo sobre si) Humillarnos ante Dios hace propicia su visitación, Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. En algunos momentos de humillación, estos fueron el resultado de enfermedades, de la persecución, de desastres naturales, etc. En el A.T El pueblo de Dios recurrentemente se aparta de Dios por causa de la idolatría y la incredulidad y estas decisiones trajeron severas consecuencias. 2 Crónicas 7:14
I. Una actitud de humillación
ES LA HUMILLACION UN ELEMENTO NECESARIO PARA VOLVER A DIOS Y RESTAURAR NUESTRA COMUNION CON EL.
El orgullo por el contrario, es el terreno para que crezcan todos los demás pecados, el orgullo es el impedimento principal para que Dios haga una visitación, el orgullo es lo que más rápidamente nos aleja de Dios. Raramente un hombre se humilla así mismo ante Dios. Normalmente es Dios quien nos humilla.
Desgraciadamente el ser humano no busca humillarse ante Dios naturalmente. 70 años en el exilio y en el cautiverio tenía este pueblo antes de humillarse. Aquí el pueblo está en humillación por su pecado y en respuesta a la dura opresión que ellos estaban experimentando.
Hay un arrepentimiento de parte de Nehemías y de los líderes del pueblo, había reconocimiento del pecado en sus vidas y en la vida colectiva, en la vida del pueblo.
Es una realidad que el pecado que uno comete, afecta a los que están alrededor, un miembro de la familia, un miembro del cuerpo de Cristo no puede pensar que su pecado es personal, porque aunque esto es así no son así sus consecuencias. Y la confesión y el arrepentimiento deben ser de todos los que formamos parte de su pueblo.
II. Un hambre por alimentarse de la Palabra de Dios.
Este pueblo con Esdras estuvieron expuestos a la Palabra de Dios estando a la intemperie bajo el ardiente sol por muchas horas durante una mañana entera. Esto no ocurre en días normales. Definitivamente Dios estaba obrando en el corazón de su Pueblo.
“Santifícanos en tu verdad tu palabra es verdad” Juan 17:17. La palabra de Dios es el instrumento que Dios usa para acercarnos a él. Sin la palabra de Dios, no es posible buscarlo, encontrarlo y experimentar un avivamiento. Regularmente el pueblo de Dios consume poca Palabra de Dios.
Todo avivamiento ha sido acompañado por una lectura intensa de la Palabra, una meditación intensa de la Palabra. Los avivamientos nunca han ocurrido alejados de la exposición de la Palabra de Dios. Comienza a existir una enorme sensibilidad por el pecado, entonces nos damos cuenta que ciertos hábitos y acciones que antes no veíamos como pecado, ahora podemos verlo como terribles ofensas ante Dios.
Hay personas que al ser expuestas a la Palabra en ese proceso de humillación y sensibilidad comienza un recuento de faltas cometidas en el pasado llegando a la mente y es entonces en donde ocurre un arrepentimiento profundo y un dolor por el pecado. Que es como lo que pasaba con el pueblo de Dios en ese momento.
III. Reconociendo el carácter santo y perfecto de Dios. Salmo 8:1
«¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuan glorioso es tu nombre en toda la tierra!»
El pueblo comienza a decir: “Tus mandamientos son buenos”. V.12-13; 1 Juan 5:3. La compasión de Dios “Lento para la ira y grande en misericordia “Nunca los abandono, ni aun cuando el pueblo lo abandono. 20-25 Dios proveyó de todo para su pueblo, v. 28 Cuando tenían descanso volvían a hacer lo malo delante de ti.
IV. Estableciendo un pacto con Dios
En el último versículo Nehemías insta a establecer pactos con Dios. Es por razón del carácter voluble del hombre.
Un pacto es un compromiso delante de Dios de volver a Él y no apartarse más. Cuando centramos nuestra atención en el evento más sublime en el mundo, cuando el Señor Jesús se despojó así mismo y asumió el castigo que le correspondía al hombre por su pecado, pensamos en el infinito amor de Dios por su iglesia. Pero no podemos ignorar la realidad de cuan amenudo nos alejamos de Dios y de sus caminos.
A pesar de su gran amor y su fidelidad nuestros afectos tienden a extraviarse en pos de ídolos, cisternas rotas que no retienen agua como nos dicen Las Escrituras.
Hoy es un tiempo adecuado y propicio para buscarlo en humillación y arrepentimiento. Porque no dedicamos estos días a la oración mientras estamos en resguardo. Es tiempo de volver a Dios, es tiempo de volver a su Palabra y a sus caminos, reconocer su majestad y su perfección. Que el Señor avive nuestras almas, avive nuestra iglesia, nuestro país y su pueblo por todo el mundo.